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lunes, 17 de junio de 2013

Frozen

Congelado, así me encontré el ibón que elegí hace casi un año para empezar mi temporada de alta montaña. Cuando aquella trucha se perdió en el esqueleto de un pino hundido me conjuré para volver aquí lo antes posible.


Congelado me quedé cuando en la primera exploración visual del ibón aprecié una sombra de buen tamaño rondando la zona de desagüe. Desde una posición tan elevada era imposible conseguir una posada convicente, así que me tuve que limitar a ver cómo nadaba con parsimonia. Una vez fuera de vista había que darse prisa: era necesario alcanzar una posición más favorable antes de que volviera. Porque seguro que volvía. En lo ibones siempre lo hacen, siguen un recorrido que repiten una y otra vez.


Cuando volvió me pilló congelado, haciendo el indio (como en las películas, acechando cuerpo a tierra). Cualquier movimiento desafortunado podía dar al traste con la captura En este caso se posicionó en el mismo desagüe mirando al ibón, esperando que la ligera corriente le trajese la comida. Solamente el ver cómo progresaba tranquilamente habría justificado la subida hasta aquí. Pero aún así tenía que intentarlo. Había que lanzar la mosca a esa preciosa trucha. Y lo hice, como a un metro por delante de ella. Mi pulso se congeló en el momento en que empezó a mover lentamente, elegante, hacia la imitación. Incluso el tiempo pareció helarse, haciendo de ese segundo toda una eternidad. Pero al fin abrió la boca y tomó la mosca.


La segunda y última captura tuvo lugar en el extremo opuesto del lago, en el torrente de entrada. Allí, entre la espuma, asomaba la cola de una trucha de buen tamaño. Me recordó a las carpas amorradas en el fondo, de las que sólo la cola asoma de la nube de fango que levantan mientras buscan comida.  Eso me ha obligado a cambiar de mosca, con una seca ahí poco podía hacer. En cambio una ninfa de cabeza dorada seguro que me solventaba la situación. Y así fue, al primer lance. Cuando vi la ninfa salir de entre la espuma vi que la trucha venía detrás. El ataque fue despiadado, lo que ayudó a detectar la picada y facilitó el clavado.


Como curiosidad diré que podría decirse que cualquier imitación habría servido ayer para engañar a las truchas: nada más empezar la pelea con esta segunda trucha otra subió desde las tinieblas del fondo hasta la superficie para atacar ¡una ramita de pino!


Quién sabe, quizá fué la trucha del año pasado -la que se perdió en el pino hundido- que quería señalarme que estaba allí, haciéndome la burla e incitándome a volver de nuevo. No lo sabremos, pero volver seguro que vuelvo.

Saludos y ¡buena pesca!

18 comentarios:

  1. Hola...
    Enhorabuena por ese par de truchones y por poder pescar con ese paisaje como testigo... Buen tamaño el de esas farios para estar a tanta altitud.
    Un saludo

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    1. La verdad es que fue una jornada redonda. Por el paisaje, por las capturas, por la talla de éstas... Habrá que repetir. Un saludo

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  2. Enhorabuena!! Que bonitas son y el paisaje un espectaculo.....Ha tenido que ser la leche

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    1. Sencillamente sublime, Francisco. Esto no se puede describir con palabras, aunque se intenta ;-) Saludos

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  3. Enhorabuena por esas impresionantes truchas Jorge.
    Aunque hay que ser desalmado!! con las ganas que tenemos muchos de subir al pirineo al encuentro de esas preciosas truchas y tú aquí poniéndome los dientes largos con semejantes fotos ;-)
    Bueno, a seguir disfrutando así compañero. ¡Un saludo!

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    1. Jejeje ¡oye! que tú a cualquier hora pones fotos de bigotudos de "nuestro" río y soy yo al que se le ponen los dientes largos. Un saludo y gracias

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  4. Como ya te dije ayer, yo el próximo finde estaré deambulando por ese territorio. Pateo y pesca, aunque visto como está de nieve creo que será un poco de cada más que un mucho de todo ;-).
    Yo tengo localizados dos morlacos más. No en ese Ibon, en otro no mucho más lejos de ahí y otro en una recula de un río...
    Habrá que coger la crema solar de máxima protección.
    un abrazo

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    1. Bueno, ya hemos hablado tú y yo y sabes que el subir este fin de semana allí es un poco descabellado, tú sabrás. Yo también sé de un truchón en otro ibón. Un poco al estilo hiperbólico aragonés se podría decir que aquella se zampa a cualquiera de estas dos sin que le rocen el esófago. Eso sí, ya le puedes poner dinero que ni por esas pica...

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  5. ¡Vaya par de truchones del hielo!, imagino los momentos... y ese aguardar un año entero hasta poder volver.

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    1. Ya te imaginarás las veces que he revivido la pelea con la trucha del pino, entrenando mentalmente para poder encararla de nuevo con más opciones de éxito. Se ve que sirvieron de algo tantas horas pescado en los dominios de morfeo. Un saludo

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  6. Jorge muchas felicidades!!! Solo puedo decirte... SIM PALABRAS son dos autenticas Pintonas. Mi mas sincera enhorabuenas por semejantes capturas.

    Un saludo amigo!!

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    1. Muchas gracias compañero. Yo también me quedé sin palabras... Saludos

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  7. Hola compañero!!!!! y... ¿quién, quién lo sabe? lo importante es que quieres volver. Quizá te agrade entrar en nuestro blog para ver la última entrada en la que por casualidad, hablamos de esos lagos de alta montaña. Un saludo desde Extrenadura.

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  8. Quiero volver y seguro que lo hago. Ahora mismo me paso por vuestro blog. Saludos

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  9. Impresionante lugar y preciosas truchas, enhorabuena, un saludo.

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    1. Huy, se me había pasado tu comentario Antonio. Muchas gracias y un saludo

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  10. Por qué se me había pasado esta entrada????? Qué envidia de truchas Jorge!!!

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    1. Ya echaba de menos tu comentario Alfonso, jejeje. Muchas gracias, un abrazo

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