El destino ha sido un tramo de río que me recomendó no hace mucho un amigo. Y tengo que reconocer que ha sido una muy grata sorpresa. Gran cantidad de peces, alguno de buen tamaño (aunque lo mejor es que había de todos los tamaños, la población está más que sana) y, sobre todo, una buena disposición a tomar la mosca. Puede que haya sido la mejor de mis jornadas fluviales tras los bigotudos. Han picado a ninfa, a seca y a seca sucia con verdín. He llegado a pensar que se habrían comido cualquier cosa que les hubiera presentado.
Sin embargo, el sorpresón del día me lo ha dado una carpa. Para más señas, una que he sacado robada... de la boca. O para ser más exactos, de un estrímer que llevaba clavado en la boca. ¡He clavado mi imitación de larva de quironómido en la cabeza cónica del estrímer! Imaginaos la cara que se me ha quedado al darme cuenta de la escena. Peor cara se me ha quedado cuando he comprobado que el anzuelo que llevaba clavado el pez tenía arponcillo, a pesar de encontrarme en un tramo de captura y suelta donde la normativa obliga a utilizar anzuelos desprovistos de él. En fin...
Un saludo a todos y buena pesca