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viernes, 20 de diciembre de 2013

Ensayo sobre la ceguera

No, con este título no quiero ponerme a la altura del gran escritor portugués que fue José Saramago. Simplemente quiero exponer un ejemplo de la ceguera que muestra, quizá en demasiadas ocasiones, la administración cuando de proteger el medio natural (y los ríos en particular) se trata y que va mucho más allá de la "hidromiopía" de la que hablaba hace un tiempo el amigo Ferrán.


Ayer estuve en la mesa-debate organizada por el Consejo de Protección de la Naturaleza de Aragón sobre las actuaciones en cauces y sus repercusiones. Mi valoración general es positiva, pues aunque no se llegara a ninguna conclusión global (las posturas de inicio eran demasiado alejadas) sí hubo algún acercamiento y además soy de los que piensan que de vez en cuando hay que escuchar a quien opina "lo contrario" que tú.

La gestión de las inundaciones del tramo medio del río Ebro (dragados, motas, etc) capitalizó gran parte del debate. Bastante más de lo que me habría gustado, sobre todo teniendo en cuenta las atrocidades que se han hecho últimamente en las cabeceras de algunos ríos pirenaicos. Pero estábamos en Zaragoza, y siendo uno de los ponentes el alcalde de un pueblo ribereño de esta zona (Novillas), se comprende este protagonismo. Se recurrió hasta la saciedad a la protección del "pan" de los agricultores de esta zona como justificación de las intervenciones. Y hubo unanimidad en cuanto a la necesidad de proteger los núcleos urbanos. Pero no se habló de las obras injustificables (al menos con estos argumentos) en cabecera.


Por eso aproveché en cuanto tuve la ocasión para llamar la atención de los ponentes sobre una fotografía que Alfredo Ollero (profesor de la UZ y presidente del CIREF) había mostrado en su presentación. Era una foto similar a la que veis encima de estas líneas. Como ella, es de Dani Mora y refleja cómo han dejado el Ésera en los Llanos del Hospital de Benasque (podéis ver más en su blog METEOBENÁS, que es altamente recomendable). Por un lado pregunté a Lorenzo Polanco (jefe del área de gestión medioambiental de la CHE) a quién o a qué protegía esa intervención DENTRO DE UN ESPACIO NATURAL PROTEGIDO (el Parque Natural Posets-Maladeta, que hace no mucho querían convertir en Parque Nacional). Por otro lado, pregunté a Oscar Fayanás (del Instituto Aragonés de Gestión Ambiental, Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente) qué opinaba el INAGA sobre que entren excavadoras a destrozar un río, de nuevo, DENTRO DE UN ESPACIO NATURAL PROTEGIDO.

La pregunta fue un alivio para el Sr. Polanco, ya que según indicó, esa intervención en concreto no es obra de la CHE, parece ser que la hicieron "los de carreteras". Pero lo que me dejó de piedra fue la respuesta del representante del INAGA. Ni corto ni perezoso indicó que era la primera noticia que tenía sobre la actuación. La mala gestión del tiempo que hizo el moderador del acto, que dio paso a las preguntas del público 3 minutos antes del cierre del lugar de celebración, impidió que ahondase en el tema. Además tenía prisa y no pude quedarme a comentar esto en petit comité, pero aprovecho este altavoz que es internet para lanzarlas al viento. ¿No hay un guarda en el parque que informara de esa atrocidad? ¿Han realizado la intervención sin autorización? ¿Actuará ahora de oficio la administración para depurar responsabilidades o tendrá que ir un particular o asociación externos a denunciar para que hagan su trabajo? ¿Se castigará a los responsables? Y la más importante ¿se restaurará el entorno destruido?

lunes, 9 de diciembre de 2013

Ésera ¿vivo?

Este puente he tenido la suerte de poder escaparme a mi refugio en los Pirineos. No practico el esquí, pero sí lo hice y por eso, aunque ahora no me llame como lo solía hacer, comprendo por qué otros lo hacen. Ha sido más bien una escapada para disfrutar de la tranquilidad, de ese placer que otorga el disfrutar de la frágil calidez del sol invernal mientras se observan las cumbres nevadas.


Como he comentado alguna que otra vez siempre necesito asomarme al río si lo tengo cerca. Incluso fuera de temporada, sin caña en la mano, adoro observar el agua fluir, ver los reflejos que ésta nos regala e intentar adivinar a sus habitantes. Este último punto cobra especial relevancia en esta época, pues no es descabellado esperar encontrar a las pintonas afanadas en perpetuar su especie. Y esta vez he tenido la suerte de disfrutar ese espectáculo.


Quiero pedir disculpas por la calidad de las imágenes. Cuando caí en la cuenta de las fechas en las que estamos ya estaba allá en Benasque y había olvidado coger la cámara de fotos, así que he tenido que tomarlas con el móvil. Y eso se nota. Pero el grueso de mis lectores sois pescadores, supongo que tendréis el ojo más o menos entrenado y si encima os doy pistas no tendréis demasiadas dificultades en "adivinar" a nuestras amigas. En el centro de la fotografía superior, a la izquierda y ligeramente abajo de la roca blanca de la orilla, se aprecia una sombra alargada, vertical. Espero que me creáis cuando os digo que eran dos truchas puestas frezando. La segunda foto servirá para convencer a algún incrédulo. La sombra vertical se ha reducido y ha aparecido una casi horizontal a su izquierda. Pues bien, la que quedó en su sitio era la hembra preparando el nido, mientras que la horizontal era el macho en una de sus cortas ausencias del nido para espantar a otros machos rivales.

Ciertamente esto es un espectáculo digno de ver por cualquier persona, sea pescador o no. Por ejemplo yo iba acompañado de Laura y según me dice le encantó poder ser testigo del mismo. Además, no sólo pudimos ver a esta pareja, eran numerosas las descubrimos desde nuestro observatorio. Ni que decir tiene que la actividad entre la freza propiamente dicha y las escaramuzas entre machos era incesante. Da gusto ver al río así de vivo y trabajando por su futuro.


Por eso la rabia es mayor cuando uno ve, con un simple giro de cuello, una excavadora aparcada en la misma orilla del cauce. Visto en qué han convertido al mismo río a escasos kilómetros de allí uno teme lo peor para el futuro de esas truchas que ahora frezan y de los huevos que tanto esfuerzo les ha costado poner. Y el destrozo morfológico no es la peor agresión que sufre este río. Es una lástima que todavía no se pueda transmitir el olor por internet, porque no tengo palabras para describir el hedor que las aguas exhalan en el punto desde el que tomé esta última fotografía.



No hay que ser demasiado observador para encontrar el origen de ese olor y del color del agua allí. Unos metros aguas abajo de la Villa de Benasque el Ésera recibe un importante aporte de aguas fecales. Luego a muchos políticos se les llenará la boca con el término "desarrollo sostenible", pero aquí la sostenibilidad se la han olvidado.

El esquí supone una gran oportunidad de desarrollo para las zonas de montaña, pero hay mucho trabajo por hacer para que este desarrollo sea realmente sostenible. Las pistas de esquí son grandes superficies con escasa vegetación que frene la erosión, con lo que el aporte de sedimentos a los ríos es mayor. Para asegurar la disponibilidad de agua para innivar con cañones se hace necesaria la construcción de pequeños embalses que no ayudan demasiado a los cursos fluviales. Tampoco lo hace la contaminación por sal que se lleva a cabo para garantizar el acceso de los esquiadores a las estaciones. Esquiadores que multiplican la población de los nucleos urbanos colapsando, en el caso de que existan, las depuradoras. Muchos de ellos compran una segunda vivienda en los valles, contribuyendo a la presión urbanística hacia la llanura de inundación, que lleva a que los cauces se vean reducidos a canales constreñidos entre muros para proteger estas edificaciones del río. Muros otras labores de contención extremadamente caras y que los testarudos ríos se han encargado una y mil veces en demostrar inútiles.

Deseo que la gente siga disfrutando de la nieve, y que este disfrute redunde en un progreso económico para los habitantes de las montañas, pero creo que es necesario que esta actividad se lleve acabo de una manera mucho más responsable, reduciendo al máximo los impactos generados y aplicando las medidas correctoras necesarias. Sólo así podremos seguir disfrutando de todo lo que la naturaleza nos da. Incluidos unos ríos vivos.