Translate this blog

domingo, 8 de noviembre de 2015

Barbos en la niebla

Estos días podemos disfrutar de esos días mágicos conocidos desde hace tiempo como "veranillo" de San Martín. Un breve periodo cálido que frena momentáneamente la instalación definitiva del invierno en nuestras latitudes. Para mi suele suponer el punto y final de la temporada, ya que poco después llega el frío y las salidas de pesca pasan ser más bien escapadas a la naturaleza. Este año he tenido la oportunidad de despedir la temporada en el mismo sitio que el año pasado, en tierras castellano-leonesas.


Se suele asociar el buen tiempo al sol, pero sería más adecuado hablar de tiempo estable, anticiclónico. Y en esta época del año un anticiclón como el que está detrás del "veranillo" puede traer nieblas a primeras horas de la mañana. No podía ser de otra manera en los alrededores de una masa de agua como es un embalse. Así es difícil situar el límite entre el cielo y el agua, puesto que el aire está también saturada del líquido elemento. También es enormemente complicado, en esas condiciones de luz, localizar a los peces. Por eso muchas veces la detección de éstos llega tarde, cuando ya huyen despavoridos.
Otra dificultad asociada a estas condiciones meteorológicas es la de conseguir templar los nervios en las subidas de los peces hacia la mosca. Porque si a la niebla le cuesta levantarse, a los peces no les cuesta menos llegar a la superficie. De ahí que sea frecuente fallar peces al clavar en vacío, antes de que el pez haya alcanzado la mosca.


Pero se puede tener éxito en estas condiciones. Las claves, a mi modo de ver, son dos. La primera, una aproximación mucho más lenta que de normal, si esto es posible. Hay que dar cada paso con mucho cuidado, habiendo escudriñado bien el fondo buscando los movimientos de los peces. La segunda es una muy buena templanza de los nervios, esforzándonos mucho en no clavar antes de hora.
No dar el tirón si el pez no tiene la mosca en su boca y ésta no está cerrada es vital. Incluso tras un rechazo, si el pez sigue cerca, puede que vuelva a entrar a la mosca si la dejamos ahí. Esto me ha pasado algunas veces, una de ellas hoy con un muy buen ejemplar que ha conseguido romper el hilo antes de que lo pudiera acercar a la sacadera.


Se acercan meses de montaje y de recordar la temporada que se acaba. Y poco más que eso podrá haber en el blog si saco algún ratillo para actualizar. Habrá que dejar ir a la temporada, como hacemos con los peces al liberarlos, con la esperanza de que volverá el año que viene para que la pesquemos. Buena pesca.

viernes, 28 de agosto de 2015

Sorpresa

Hoy he vuelto a vérmelas con los bigotudos. Hacía tiempo que los tenía olvidados, seguro que lo habréis notado en el blog. Desde luego este verano las truchas se han llevado la mayor parte de mis jornadas de pesca. Pero ya de vuelta a casa, para terminar las vacaciones, tocaba recuperar el contacto.


El destino ha sido un tramo de río que me recomendó no hace mucho un amigo. Y tengo que reconocer que ha sido una muy grata sorpresa. Gran cantidad de peces, alguno de buen tamaño (aunque lo mejor es que había de todos los tamaños, la población está más que sana) y, sobre todo, una buena disposición a tomar la mosca. Puede que haya sido la mejor de mis jornadas fluviales tras los bigotudos. Han picado a ninfa, a seca y a seca sucia con verdín. He llegado a pensar que se habrían comido cualquier cosa que les hubiera presentado.




Sin embargo, el sorpresón del día me lo ha dado una carpa. Para más señas, una que he sacado robada... de la boca. O para ser más exactos, de un estrímer que llevaba clavado en la boca. ¡He clavado mi imitación de larva de quironómido en la cabeza cónica del estrímer! Imaginaos la cara que se me ha quedado al darme cuenta de la escena. Peor cara se me ha quedado cuando he comprobado que el anzuelo que llevaba clavado el pez tenía arponcillo, a pesar de encontrarme en un tramo de captura y suelta donde la normativa obliga a utilizar anzuelos desprovistos de él. En fin...


Un saludo a todos y buena pesca

lunes, 20 de julio de 2015

Antibarranquismo

No os engañéis con el título de esta nueva entrada de mis andanzas pirenaicas. No tengo nada en contra del barranquismo ni de quienes lo practican. Mientras no se le dañe, creo que cada uno debe disfrutar de la naturaleza como mejor le parezca. Lo que ocurre es que muchas veces mi manera de acercarme a ella se asemeja al barranquismo, pero en sentido contrario. Quiero decir que toca remontar ríos abruptos y espumosos, en ocasiones alternando casi escalada con la pesca. Puede ser agotador, pero creo que merece la pena. Juzgad por vosotros mismos.


La última vez que lo practiqué fue en mi tercera jornada pirenaica, al día siguiente de darme un festín de truchas picando a seca. Pero ese día no estaban por la labor. Alguna sí se dejaba engañar, pero nada que ver con la actividad que había vivido unas horas antes. Por eso se hacía necesario cambiar de táctica. Los que ya lleváis asomándoos a esta ventana algún tiempo sabéis que no suelo atar ninfas cuando busco engañar a pintonas, pero a grandes males grandes remedios. Decidí darle una oportunidad a un curioso sistema de indicador de picada que descubrí hace un tiempo y podéis ver en el vídeo que adjunto. Utilicé una versión casera de este invento que preparé hace un tiempo, como digo, forzado por la baja actividad de las truchas en superficie.


La verdad es que es fácil de usar, y cumple su función sobradamente. A la menor detención o hundimiento del pompón, clavada. Así fui consiguiendo tocar truchas con mayor frecuencia. Debo confesar que no es lo mismo que ver al pez tomando la mosca, pero en algunas ocasiones hay que dejar las ortodoxias a un lado y ponerse pragmático.



Como curiosidad simplemente añadir que alguna trucha se vio atraída por el indicador en vez de por la mosca. ¡Nunca se sabe cómo acertar con el menú de las pintonas!

lunes, 13 de julio de 2015

Perlas

La segunda jornada de mi escapada pirenaica de la semana pasada transcurrió en un tramo fluvial de alta montaña, pero a bastante menor altitud. Con gran cantidad de capturas, fue una de esas jornadas que quedan en el recuerdo durante mucho tiempo.


Nada más llegar, y a la vista de los tricópteros que revoloteaban por todos los lados, fue una imitación de estos insectos confeccionada en pelo de ciervo lo que decidí atar al bajo. La primera captura no se hizo esperar. Ni la segunda. Ni la tercera. Desde luego aquello prometía desde el primer momento.


Me fijé en las numerosas exuvias de grades plecópteros que todavía permanecían fijas en las piedras. Estos insectos viven en el agua durante las primeras fases de su desarrollo, para después salir escalando alguna roca donde tendrá lugar la última transformación: del caparazón de ninfa acuática surge un adulto alado, que deja atrás esa vieja prenda, la exuvia. Es por ello que a los plecópteros se los conoce también como "moscas de la piedra".


Lo que ocurre es que con tanto tiempo que ha pasado desde la últimas lluvias, esas exuvias podían ser de hace bastantes días. Por eso continué con el tricóptero atado al final del bajo, que seguía dando muy buen resultado. Pero pronto comprobé que algunos de esos restos eran más que recientes, y es que me encontré con un adulto alado aterrizando en la orilla. Por el tamaño y coloración apostaría a que se trataba de una Perla bipunctata.



Decidí atar una gran imitación de pérlido construida en foam, y pronto tuve las primeras picadas. El problema es que o la mosca era muy grande o la boca de las truchas muy pequeña, puesto que no acertaban a tomarla del todo y no pude clavar ninguna (era un montaje en cuerpo extendido). Por ello cambié a una imitación de plecóptero con tamaño más comedido y la primera captura no tardó en producirse.


Esa imitación siguió siendo productiva un par de horas, pero después parecía que las truchas hubieran desaparecido, pues no recibía ninguna respuesta. Menos mal que ahí estaban los tricópteros todavía revoloteando por doquier, animándome a probar de nuevo con imitaciones con "tejadillo". Las capturas siguieron sucediéndose hasta prácticamente el sereno. Pero justo tras ocultarse el sol tras las cimas de las montañas se levantó un viento que hacía muy molesto el pescar con tan poca visibilidad. Por ello, y estando como estaba más que satisfecho con el resultado de la jornada, decidí poner punto y final a la pesca por aquel día.

viernes, 10 de julio de 2015

Fontinalis

Estos días pasados me escapé al Pirineo para tener unas jornadas intensivas de pesca, que os relataré en ésta y sucesivas entradas. No podría haber elegido mejores días para subir, ya que en Zaragoza se han alcanzado valores de auténtico récord de temperatura. Allí arriba también hacía mucho calor, más de lo normal, pero metido en aguas heladas con los transpirables todo es más llevadero.


Nada más llegar, el lunes por la tarde, mi objetivo eran aguas verdaderamente heladas. Visité un río cuyas aguas acaban prácticamente de nacer, y es que mientras pescas ves el helero del que surgen. Su transparencia es casi increíble, permitiendo reconocer perfectamente su lecho de guijarros graníticos.


La composición del fondo lo convierte en un mosaico casi ajedrezado, son los blancos y los negros los colores que predominan. La librea de estos peces es ideal para camuflarse en este escenario, como podéis comprobar en la fotografía de la primera captura. Por eso la pesca a pez visto era casi un imposible, y tocaba hacerlo "al agua". Para ello confié en un saltamontes hecho en foam: vistoso y muy flotante; a estas altitudes hay que pescar sin complejos, y en un río rodeado de pradera no es tan descabellado.



Los salvelinos me dieron un rato de lo más entretenido. Es increíble la picada tan franca que tienen ¡vaya voracidad! Y qué decir de la pelea, trufada de saltos y acrobacias intentando escapar. Es más, unos cuantos consiguieron destrabarse del anzuelo en los primeros instantes gracias a esa estrategia. Son unos peces muy deportivos, la lástima es que no deberían estar allí puesto que son una especie exótica que puede desplazar a la fauna autóctona. No sé quién los introduciría allí, y vete tú a saber con qué interés. Pero bueno, ya que el daño está hecho, lo que toca es disfrutar de su presencia de la mejor manera posible.

 
Además el marco es incomparable. Generalmente (sobre todo en agosto) está abarrotado, parece Times Square en nochevieja. Pero al visitarlo en julio y a última hora de la tarde me permitió disfrutarlo en total tranquilidad.

sábado, 4 de julio de 2015

Rolex

Ayer el día en el embalse salió raro, con un calor sofocante a pesar del cielo encapotado y el viento que no paraba de soplar. Los peces estaban raros, parecían no querer tomar las moscas que les presentaba, rechazando una y otra vez. Carpas y barbos se aproximaban a mis imitaciones, pero en el último momento se lo pensaban mejor y a otra cosa. En el mejor de los casos directamente pasaban de ella olímpicamente. A pesar de que cambié de mosca, a pesar de que afiné el bajo hasta el límite. Tanto cambié de mosca que al final incluso probé la emergente que llamé "glotona" y que no usaba desde que hace tiempo un buen barbo la rechazó y salió despavorido poco después de bautizarla.


Con lo que no contaba es que un pequeño black-bass iba a salir de los matojos sumergidos que había en las proximidades para tomar la mosca. Como muchas otras veces, el instinto me jugó una mala pasada y clavé decididamente, lo que me dio la captura pero ahuyentó a cuantos peces había alrededor. Con ese resultado decidí seguir dándole un voto de confianza a la "glotona". Poco tiempo después se la pude presentar a un barbo, que la aceptó de buen grado. Tanto le gustó que se la llevó puesta... Afinar el bajo con estos peces es demasiado arriesgado la mayoría de las veces.


Unos metros más allá vi una buena carpa hozando decididamente el fondo, así que até al bajo mi querida "cangrebou", que tan bien me suele funcionar en estas situaciones. El problema es que por las cercanías rondaba otro pequeño black-bass que se rindió a los encantos de la imitación, dando al traste con la captura de la carpa. Como estaba visto que no me iba a poder hacer con barbos o carpas me decidí a pasar un buen rato con esos bocazas, y la verdad es que son entretenidos cuando se ponen tan voraces. ¡Y qué boca tan dura tienen! Eso sí, enseguida me vino a la mente un viejo chiste (que no se me ofendan los amigos vascos):
Estaban dos amigos vascos una mañana cogiendo setas cuando de repente uno ve brillar algo en el suelo y al acercarse le grita al otro:
- ¡Ostia Patxi! ¡Un rolex de oro!
A lo que Patxi contesta:
- ¡Tira eso! ¡¿A qué hemos venido?! ¿A setas o a rolex?
La cuestión es que de las preguntas de Patxi mi padre extrajo una frase hecha que usaba con asiduidad, cuando quería indicar que había que centrarse en lo que habíamos venido a hacer. Así que dejé en paz a los basses y me puse en serio con los peces con bigotes.




Poco a poco fueron saliendo peces. Aunque no tienen gran tamaño, por lo menos pasé un día entretenido pescando a seca. La gran mayoría de ellos sucumbieron a la "vespa", una imitación de avispa. La clave fue buscarlos en las corrientes que el viento crea dentro de la masa de agua, que quedan marcadas por un patrón de oleaje diferente al resto o por la presencia de espuma. Suelen formarse relativamente cerca de la orilla, y son frecuentadas por los peces porque hacen de cintas transportadoras, concentrando el alimento que cae al agua.


Al final de la tarde incluso salió el sol, facilitando la localización de los peces. Éstos continuaban comiendo en superficie y siguieron tomando la "vespa". Una buena jornada después de todo, que comenzó rara (conmigo pescando basses) y acabó con un buen número de capturas, aunque pasando bastante calor.



Un saludo y ¡buena pesca!

domingo, 28 de junio de 2015

Tardes ibéricas

Con el calor que hace estos días parece descabellado dedicarse a recorrer las orillas de cualquier embalse donde no hay refugio contra el sol. Por eso, mis dos últimas jornadas las he dedicado a buscar truchas en un pequeño río de mi querida Cordillera Ibérica.¿Dónde mejor que ese laberinto verde para escapar del agobiante calor estival?


El destino elegido fue un río del que tenía muy pocas referencias, pero que me llamaba poderosamente la atención. Así que la otra tarde me decidí a explorarlo. Nada más llegar ya pude comprobar su aspecto salvaje, enmarcado en una densa vegetación que complica mucho el lanzado e incluso el desplazamiento, pero también da una refrescante sombra que se agradece mucho en estas fechas. Además las condiciones del agua eran inmejorables, totalmente cristalina. Como muestra de la pureza del agua nada mejor que la multitud de exuvias de plecópteros que atestiguan una reciente eclosión masiva de estas moscas gigantes.


Por último, pero no por ello menos importante, pude observar gran cantidad de truchas que salían disparadas al menor movimiento, muy buena señal para la población piscícola del río. Además desde el primer momento tuve subidas a mis moscas, algunas que acabaron en rechaces y otras que acabaron soltándose después de unos pocos segundos de pelea. Estaba muy fallón en el clavado, pero no dejé que eso me minara la moral y es que la tarde prometía. Poco después pude hacerme con la primera captura, una trucha arcoiris de talla bastante respetable para el tamaño del río que no quiso esperar a que tomase la foto. Quizá fuera tímida...


¿A quién narices se le ocurriría repoblar este río con trucha arcoiris? La verdad es que hace falta ser descerebrado, y fuera quien fuese el resultado es que alguna todavía queda. Sin duda, dado el perfecto estado de las aletas, esa trucha nació en el río. Poco a poco también me fui haciendo con alguna truchas comunes que sucumbían a mis imitaciones de tricóptero, y es que había muchos revoloteando cerca del agua para la puesta y las truchas daban buena cuenta de ellos. No eran grandes, pero desde luego sí que bravas y peleonas, vendían cara su libertad a pesar de su ajustado tamaño. Una verdadera maravilla de peces.


La última hora de la tarde me encontró en una pequeña bajo un cortado en la que localicé a una buena trucha cebándose rítmicamente. Le pasé media caja de moscas por encima de la cabeza, pero lo más que obtuve fue algún estrepitoso rechazo. Ni siquiera quiso entrar a mi imitación de dánica, y es que la até al ver a algún ejemplar adulto bailando sobre las aguas. Así, intentando hacerme con aquel ejemplar, se fue cerniendo la oscuridad y fraguando en mi la promesa de regresar a este pequeño paraíso que acababa de descubrir.


Tardé únicamente un par de días en volver. Empecé en la poza donde había pescado la trucha arcoiris, y nada más llegar me sorprendió la acrobacia de una muy buena trucha común saltando más de un metro fuera del agua a por un insecto. A mi mente vino el recuerdo de la última trucha del último día, la que se rió de mis imitaciones, pero me conjuré para que aquello no volviera a repetirse. Y no lo hizo. Al tercer paso de mi tricóptero por donde había aparecido la trucha, una boca emergió tímidamente del agua para engullir la mosca. Sin embargo la dificultad no termina con la picada, sino que no es nada fácil doblegar a una de estas truchas. Tras una breve pelea la trucha ganó y yo me tuve que quedar mirando la punta de mi terminal del cual había arrancado la imitación.

Me repuse pronto gracias a las sucesivas capturas, deleitándome en las potentes carreras que se daban aquellas truchillas. Como el otro día, llegué a una poza justo cuando la luz bajaba, iba a tener un nuevo sereno. Frené mi ímpetu por lanzar a ciegas y me dediqué a observar con detalle el agua en busca de un objetivo.


Allí estaba, revisando una y otra vez todo lo que bajaba por la vena central de la corriente, una bonita trucha. Calculé el lance de manera que evitase las ramas bajas de los árboles, presenté la mosca y... rechace. Cambio de imitación, nuevo lance y... nuevo rechace. Ya me veía yo yéndome sin poder hacerme con la trucha. Pero esta vez tuve más suerte que el día anterior. La tercera imitación, un tricóptero en paracaídas con el tejadillo en CDC consiguió provocar la picada. Tras una maravillosa pelea (de verdad, ¡qué fuerza tienen estas truchas!) la pude acercar a mi mano y hacerle una foto para poder presentárosla.


Con la serenidad y satisfacción que da una captura como esa decidí dar por terminada la jornada y regresar al coche. No sin antes prometerme a mi mismo volver al encuentro con estas truchas ibéricas.

Saludos y buena pesca

martes, 16 de junio de 2015

Abajo el periscopio

Hace un año conté aquí cómo en un destino que es un verdadero paraíso para la pesca de los amigos bigotudos la clave del éxito era tentarlos a mosca seca, hacerles subir a la superficie. Sin embargo, a mi vuelta el pasado fin de semana, la situación no era para nada la misma.


Llevamos una semana bastante desapacible en casi toda la península, con nubes y tormentas bastante frecuentes. Y el sábado no fue una excepción. El sol se dejaba ver en contadas ocasiones y eran los ratos en los que permanecía oculto tras las nubes los que predominaban. Además la mañana estaba bastante fresca, y únicamente hacia el final de la mañana, cuando tenía que marchar de allí, subió significativamente la temperatura. Sin duda estos factores hicieron que el comportamiento de los peces cambiase significativamente respecto al de hace un año por estas fechas. Eran escasos los peces, todos ellos carpas, que merodeaban en busca de comida en la superficie. Todos los demás, muy numerosos cerca de la orilla, buscaban el alimento en el fondo.


Además del tiempo frío y desapacible, otro factor que también puede haber influido en el comportamiento la incipiente proliferación de algas en el agua, seguramente debida a su moderada eutrofización. Este es un problema que puede llegar a ser grave. No ya para mi como mosquero, ya que hace que las rocas estén tapizadas de algas y los peces se dediquen literalmente a pastar sobre ellas haciendo caso omiso de mis imitaciones, Lo grave del asunto es que esto supone un desequilibrio importante en el ecosistema que puede conllevar el empobrecimiento de oxígeno de la masa de agua y con ello el peligro de asfixia de los peces y demás seres vivos que en ella viven.


Aun así nada más llegar, en el primer lance, conseguí hacerme con una peleona carpa que no dudó en subir a tomar la imitación de escarabajo que apareció por arte de magia delante de ella. Después, pese a que iba siendo consciente de lo que os he comentado antes y de que todo apuntaba a que lo más lógico sería atar una ninfa para buscar a los peces en el fondo, me resistía a dejar de tentarlos a seca. No solo porque mi deseo era revivir la jornada de hace 12 meses o fruto de que bastantes veces me veo obligado a usar señuelos hundidos aquí en mi tierra, sino principalmente debido a las condiciones del día. Las nubes, por sí solas, no son lo más recomendable para esta pesca ya que se reflejan en el agua y limitan mucho la visión de lo que ocurre bajo la superficie. Pero si además las combinamos con el oleaje creado por el viento podemos ir olvidándonos de ver a los peces tomando una ninfa.


Así las cosas, me vi obligado a seguir usando moscas secas. Ante la indiferencia generalizada de los peces la mejor táctica era posar de manera más o menos brusca para llamar su atención y así desencadenar el ataque. Sin embargo esto es peligroso y en muchas ocasiones lo único que conseguimos es espantar al pez. Por eso recomiendo probar suerte primero con posadas suaves y, si no tenemos respuesta, jugárnoslo todo a la carta de la posada brusca. La mosca más productiva resultó la imitación de avispa que bauticé como Vespa.


Finalmente el sol perdió su timidez y se atrevió a salir de detrás de las nubes, mejorando de manera significativa la visibilidad de lo que ocurría bajo la superficie. Ahora sólo quedaba el viento, que cuando actúa por libre suele ser más una ventaja que un inconveniente a la hora de pescar. Nuestros errores se ven minimizados y además los peces tienen mayor dificultad para detectarnos, tanto con la vista como a través de las vibraciones. Fue entonces cuando me decidí a cambiar de mosca, ya de vuelta hacia el coche, y até una ninfa montada en oreja e liebre. Animada ligeramente cerca de los peces que hozaban o pastaban en el fondo me dio varias capturas.


Fue una mañana productiva, aunque se desarrolló de manera diferente a como yo esperaba, cambié el chip y salí airoso. Por último no me queda más que recomendar, rogar, que tratéis bien a los peces y practiquéis correctamente el captura y suelta para garantizar el futuro de nuestra afición.

jueves, 11 de junio de 2015

Montando moscas de mayo

Hace unos días os contaba mi primer contacto con la Ephemera danica en un río de la Cordillera Ibérica. También os conté que me pilló sin imitaciones del insecto, por lo que me había puesto a ello, prometiéndoos compartir la receta. Y lo prometido es deuda.

Esta mosca es muy grande, por lo que pensé que lo mejor sería usar un cuerpo extendido para reducir el peso del anzuelo, evitando hundimientos innecesarios. Aunque circulan por internet algunos montajes de este tipo con el cuerpo hecho de foam, me parecen poco naturales y he preferido usar dubbing a pesar de la mayor dificultad. Otro problema relacionado con el tamaño está en la posibilidad de rizar el bajo con collares muy poblados, por lo que decidí montar mi imitación con un collar en paracaídas que además contribuyese a una mejor posición sobre el agua de la mosca.

Receta:
anzuelo: Dohiku 645 #14
cercos: alce negro
abdomen: dubbing Superfine pale yellow
brinca: hilo marrón
tórax: dubbing Superfine mezcla de pale yellow y brown / pata de liebre ártica (PLA) crema
alas: pluma de pecho de pato natural
collar: colgadera de gallo americano color marrón (en paracaídas)

Paso a paso:
Primero fabricamos el cuerpo extendido, para lo que nos podemos ayudar de una aguja. Sobre ésta fijamos el hilo de montaje y creamos una base de la longitud que queramos darle al cuerpo. Fijamos también el hilo que usaremos de brinca.


Impregnamos la base de hilo con pegamento o cola. Yo particularmente utilizo un pegamento viscoso, transparente, de secado relativamente rápido y, muy importante, resistente al agua. Tras aplicar el pegamento, fijamos unas fibras de pelo de alce en el extremo de la aguja para imitar los cercos. Formamos el cuerpo enrollando el hilo con dubbing y brincamos. Para imitar mejor la segmentación y coloración de la mosca natural, las primeras vueltas de brinca deberán estar más apretadas.


Realizamos un par de nudos y cortamos el hilo de montaje. A continuación, presionando con la uña contra la aguja, sacamos el cuerpo deslizándolo hacia el extremo. De esta manera obtenemos un cuerpo tubular, hueco, que ayudará a la flotación de la artificial.


Atamos el abdomen al anzuelo. Yo he elegido uno corto, con gran abertura, para facilitar el clavado del pez. A continuación atamos las fibras de un par de plumas de pecho de pato que imitarán las alas marcadamente reticuladas de la original. Calzamos con hilo de montaje, ya que estas fibras servirán de poste para enrollar el collar en paracaídas.



Tensamos las fibras de pecho de pato con la ayuda de la herramienta paracaídas y atamos la pluma de gallo con la que formaremos el collar. Imitamos el tórax de la mosca enrollando el hilo de montaje con dubbing, tanto por delante como por detrás del poste. Finalmente enrollamos la pluma de gallo alrededor del poste y atamos el hilo de montaje por detrás de la anilla del anzuelo.



Hasta aquí os he descrito cómo realicé el primer prototipo. Tened en cuenta que a lo engorroso del montaje con cuerpo extendido y con paracaídas hay que añadir el montaje de la cámara, con trípode, iluminación y demás. Posteriormente até otras moscas sustituyendo el superfine por PLA para formar el tórax bajo el poste. Como podéis comprobar el resultado es una mosca que flota placada, pero flota. Al menos en el "tanque" de pruebas.



Tras comentar en las redes sociales la baja actividad de las truchas pese a encontrarme una eclosión de dánicas, me recomendaron atar una emergente en estos casos. Por ello me puse también manos a la obra y monté mi particular versión de este estadio. En este caso no voy a acompañar la receta de un paso a paso, sino de una foto.

Receta:
anzuelo: TMC 2312R #12
cercos: fibras de cola de faisán macho
exhuvia: antron yarn color crema
abdomen: dubbing Superfine pale morning yelow
brinca/lastre: hilo de cobre
saco alar: cul de canard (CDC) marrón claro-oliva
tórax: dubbing de liebre haredub golden olive
collar: colgadera de gallo americano color dun (en paracaídas)
poste: polipropileno naranja (sirve como indicador)


saludos y ¡buena pesca!