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sábado, 7 de julio de 2012

Fortuna

En estos tiempos que, para bien o para mal, nos ha tocado vivir es la angustia una sencación cada día más frecuente. Desempleo, recortes, crisis, primas, deudas y así un largo etcétera son problemas y preocupaciones que nos asaltan día a día. Atenazan los músculos y nublan la razón, dejándonos en más de una ocasión totalmente desorientados.

Yo no soy ajeno, como cada vez no lo son más y más personas. ¿La solución en mi caso? Demostrar lo que uno vale y una apuesta decidida por escapar hacia adelante. Como casi siempre, cualquier demostración requiere algún certificado o similar, obtenido generalmente previo examen o prueba. La preparación supone esfuerzo y dedicación con grandes dosis de ansiedad provocada por el terror al error.  Si a esto añadimos un proceso de selección para un puesto soñado que permita escapar del pozo y al que, en consecuencia aspiran muchos otros en una competencia descabellada, el resultado puede ser una espiral de nerviosismo agónico.

Pero nosotros tenemos la pesca. Tengo que reconocerlo. Últimamente la he utilizado de una forma egoísta. He hecho de ella una mera válvula de escape. Un excusa para abandonar el asfalto hacia el pedregal batido por el oleaje. Hacia el llano fangoso apenas sumergido en el agua. Huir del contacto humano para rodearte de naturaleza en la búsqueda de un nirvana terrenal.

Ayer fue diferente. Ayer fue el día de la prueba. Al acabar, una descompresión brutal propiciada por las buenas sensaciones y el convencimiento de un buen resultado. Una sensación potenciada, casualidades del destino, al recibir la mejor noticia, el saberme seleccionado, justo al mismo tiempo. Y ayer se empezó a saldar la deuda. Ayer me acerqué a un rincón perdido de mi tierra con el único objetivo de disfrutar otra vez de la pesca sin más excusas. Una manera de devolverle todo lo que ha hecho por mí estos meses.

Allí, una vez despojado del lastre que impedía el disfrute y la reflexión, satisfecho a partes iguales por capturas y rechaces, rodeado de una quietud mágica y observando los últimos rayos del atardecer colándose entre el tamiz de nubes para acariciar las redondeadas colinas justo antes de emprender el camino de vuelta a casa, lo comprendí. Comprendí que, pase lo que pase, nosotros siempre hemos de considerarnos afortunados porque podemos evadirnos a esa otra dimensión donde reina la paz.

9 comentarios:

  1. Bonita reflexión Jorge.
    Enhorabuena por plasmar de una forma tan elegante lo que hace por nosotros nuestra afición, aunque la usemos de una forma egoísta e incomprendida por quién no la conoce.
    Saludos.

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    1. Gracias José. La verdad es que poca gente lo comprende, pero siempre estaremos dispuestos a explicarlo ¿o no? ¡Saludos!

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  2. Sin palabras, tienes mas razón que un santo¡
    Saludos
    David

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  3. Jorge solamente te digo AMEN COMPAÑERO.
    Un saludo|

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  4. Hay veces en que la pesca no resulta tan idílica como relatas ... por desgracia. Hay desaprensivos que tiran las cajas de las bobinas, trozos de sedal, envoltorios de señuelos, ... otros que cometen atrocidades contra el medio en el que desarrollamos nuestra actividad tan venerada, etc. Quizás son contadas veces en las que nos encontramos estas situaciones, por lo que son cosas que casi se pueden obviar. Pero bueno, es cierto que somos afortunados, si nos quedamos con todo lo bueno que tiene la pesca. Incluso escribir estas líneas y ser contestadas, ya es otro premio, en los ya de por sí abundantes momentos agradables que tenemos durante nuestras jornadas.
    Saludos

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    1. Es cierto lo que dices. Tanto por los rastros que van dejando los desaprensivos y que a veces le quitan a uno hasta las ganas de seguir pescando (habría que añadir montones de latas de cerveza o de otros envases de bebida...) como por la bendición añadida que supone tener este "foro" en el que compartir nuestras jornadas, reflexiones y anhelos. Sigo pensando que el balance general es positivo a favor de nuestra inmensa suerte por que la pesca nos descubriese.
      ¡Saludos compañero!

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  5. David y A. Luis, muchas gracias por pasaros y comentar. ¡Un saludo!

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  6. Precioso comentario, Jorge. Me alegro que triunfaras en tu lucha contra los nervios y contra los demás.
    Un saludo.

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    1. Gracias Francisco Javier. La verdad es que fue un día redondo. Espero que haya muchos más. Saludos

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