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domingo, 11 de agosto de 2013

Escapando de la telaraña

Sí amigos, llevo unos días lejos de la tela de araña que supone la rutina y las obligaciones cotidianas. ¡Qué maravillosas son las vacaciones! Eso sí, para bien o para mal, no he podido estar muy conectado, por lo que los relatos de las jornadas van con un poco de retraso.

La primera fase de las vacaciones, ya pasada, disfruté con mi chica de la paz y el descanso que reinan en su pueblo, una localidad "perdida" en la provincia de Teruel. Mucha paz y tranquilidad, pero con un riachuelo sin vida conocida, por lo que tocó hacer una expedición a un embalse relativamente cercano. Éste es prácticamente nuevo, pocos años han pasado desde la construcción de la presa y ni siquiera lo han llenado todavía (parece ser que están ahora con las pruebas de llenado) Aun así, la masa de agua que retiene ya permite una salida matutina.


Al encontrarse todavía en fase de llenado las orillas son sumamente silvestres: nada de zonas áridas limpias de vegetación, sino plagadas de zarzas, cardos y, en el mejor de los casos, praderas de hierbas altas. No sé vosotros, pero cuando exploro un nuevo destino parece que lo hago fijándome más en lo que rodea al agua que cuando voy a un sitio ya pescado por mí. Quizá sea porque de esa manera, en caso de que la pesca no dé grandes resultados, por lo menos podré haber disfrutado del entorno. Y en esas estaba cuando observé decenas de ejemplares de Argiope bruennichi (araña tigre) esperando a que el desayuno cayera en sus trampas tejidas entre las gramíneas.


Pero la vida salvaje que pude disfrutar en este enclave no se reduce a estos fascinantes arácnidos, sino que también sorprendí a grullas, garzas y anátidas en el soto del río que se remansa en este embalse (y que tristemente más pronto que tarde será inundado). Además las trochas abiertas por los jabalíes me facilitaron la tarea de progresar entre la maleza y tuve la oportunidad de observar a un pequeño zorro saltando entre la vegetación, seguramente intentado cazar alguna de las numerosas langostas que pueblan estas praderas.

En cuanto a los pobladores de sus aguas, aunque esperaba que fueran los barbos, e incluso las truchas, los peces que encontraría, únicamente vi carpas en las orillas. Estos ciprínidos considerados "de tercera" (porque se suelen colocar un escalón por debajo de los barbos, ya de por sí considerados "de segunda" tras las truchas) son verdaderamente abundantes aquí, y pude disfrutar de una mañana con abundantes capturas. Eso sí, siempre en tallas pequeñas, más grandes no se veían.



En resumen, encontré un pequeño paraíso rebosante de vida salvaje que, aunque quizá no merezca una salida desde casa (tengo destinos similares más cercanos) sí que me servirá para hacer alguna escapada durante los días que pasamos todos los veranos en el pueblo de Laura.

Un saludo y ¡buena pesca!

6 comentarios:

  1. Pues será una buena opción para cuando te vas al pueblo, porque evidentemente no te compensará en otras ocasiones.
    A mí también me gusta contemplar lo que rodea al agua, pero cuando mi vista se fija en el líquido, ya no hay vuelta de hoja.
    Saludos

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    1. Sí, no me compensa ir desde casa pero sí que da la talla como destino en el que bajar el "mono" cuando esté con la familia política (nunca viene mal una excusa para escaparse en estos casos)
      Un saludo

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  2. Hola,
    Eso de buscar nuevos sitios está bien. Saben mucho mejor las capturas de un escenario nuevo.
    Esta semana a ver si pruebo en un pantano cercano a mi lugar de vacaciones.
    Saludos

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    1. Hola Carlos. La verdad es que ampliar horizontes siempre está bien, y si encima lo haces con capturas... miel sobre hojuelas. Espero que tengas suerte en ese pantano, como le decía a Josiño, es genial contar con una válvula de escape, aun estando de vacaciones. Saludos

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  3. Buen relato, vacaciones, tranquilidad, agua, pesca ...etc.
    Imagino que aunque no salieran esas carpas el simple hecho de pasear esas orillas a los pescadores nos merece la pena.
    A disfrutar hasta la vuelta a la "tela de araña" rutinaria.
    Saludos

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    1. Muchas gracias David. La verdad es que sí, el paseo, el estar en la naturaleza, ya merecen la pena. Pero siendo sinceros, nos faltaría algo... ¡hemos venido a pescar! Un saludo

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