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lunes, 20 de julio de 2015

Antibarranquismo

No os engañéis con el título de esta nueva entrada de mis andanzas pirenaicas. No tengo nada en contra del barranquismo ni de quienes lo practican. Mientras no se le dañe, creo que cada uno debe disfrutar de la naturaleza como mejor le parezca. Lo que ocurre es que muchas veces mi manera de acercarme a ella se asemeja al barranquismo, pero en sentido contrario. Quiero decir que toca remontar ríos abruptos y espumosos, en ocasiones alternando casi escalada con la pesca. Puede ser agotador, pero creo que merece la pena. Juzgad por vosotros mismos.


La última vez que lo practiqué fue en mi tercera jornada pirenaica, al día siguiente de darme un festín de truchas picando a seca. Pero ese día no estaban por la labor. Alguna sí se dejaba engañar, pero nada que ver con la actividad que había vivido unas horas antes. Por eso se hacía necesario cambiar de táctica. Los que ya lleváis asomándoos a esta ventana algún tiempo sabéis que no suelo atar ninfas cuando busco engañar a pintonas, pero a grandes males grandes remedios. Decidí darle una oportunidad a un curioso sistema de indicador de picada que descubrí hace un tiempo y podéis ver en el vídeo que adjunto. Utilicé una versión casera de este invento que preparé hace un tiempo, como digo, forzado por la baja actividad de las truchas en superficie.


La verdad es que es fácil de usar, y cumple su función sobradamente. A la menor detención o hundimiento del pompón, clavada. Así fui consiguiendo tocar truchas con mayor frecuencia. Debo confesar que no es lo mismo que ver al pez tomando la mosca, pero en algunas ocasiones hay que dejar las ortodoxias a un lado y ponerse pragmático.



Como curiosidad simplemente añadir que alguna trucha se vio atraída por el indicador en vez de por la mosca. ¡Nunca se sabe cómo acertar con el menú de las pintonas!

lunes, 13 de julio de 2015

Perlas

La segunda jornada de mi escapada pirenaica de la semana pasada transcurrió en un tramo fluvial de alta montaña, pero a bastante menor altitud. Con gran cantidad de capturas, fue una de esas jornadas que quedan en el recuerdo durante mucho tiempo.


Nada más llegar, y a la vista de los tricópteros que revoloteaban por todos los lados, fue una imitación de estos insectos confeccionada en pelo de ciervo lo que decidí atar al bajo. La primera captura no se hizo esperar. Ni la segunda. Ni la tercera. Desde luego aquello prometía desde el primer momento.


Me fijé en las numerosas exuvias de grades plecópteros que todavía permanecían fijas en las piedras. Estos insectos viven en el agua durante las primeras fases de su desarrollo, para después salir escalando alguna roca donde tendrá lugar la última transformación: del caparazón de ninfa acuática surge un adulto alado, que deja atrás esa vieja prenda, la exuvia. Es por ello que a los plecópteros se los conoce también como "moscas de la piedra".


Lo que ocurre es que con tanto tiempo que ha pasado desde la últimas lluvias, esas exuvias podían ser de hace bastantes días. Por eso continué con el tricóptero atado al final del bajo, que seguía dando muy buen resultado. Pero pronto comprobé que algunos de esos restos eran más que recientes, y es que me encontré con un adulto alado aterrizando en la orilla. Por el tamaño y coloración apostaría a que se trataba de una Perla bipunctata.



Decidí atar una gran imitación de pérlido construida en foam, y pronto tuve las primeras picadas. El problema es que o la mosca era muy grande o la boca de las truchas muy pequeña, puesto que no acertaban a tomarla del todo y no pude clavar ninguna (era un montaje en cuerpo extendido). Por ello cambié a una imitación de plecóptero con tamaño más comedido y la primera captura no tardó en producirse.


Esa imitación siguió siendo productiva un par de horas, pero después parecía que las truchas hubieran desaparecido, pues no recibía ninguna respuesta. Menos mal que ahí estaban los tricópteros todavía revoloteando por doquier, animándome a probar de nuevo con imitaciones con "tejadillo". Las capturas siguieron sucediéndose hasta prácticamente el sereno. Pero justo tras ocultarse el sol tras las cimas de las montañas se levantó un viento que hacía muy molesto el pescar con tan poca visibilidad. Por ello, y estando como estaba más que satisfecho con el resultado de la jornada, decidí poner punto y final a la pesca por aquel día.

viernes, 10 de julio de 2015

Fontinalis

Estos días pasados me escapé al Pirineo para tener unas jornadas intensivas de pesca, que os relataré en ésta y sucesivas entradas. No podría haber elegido mejores días para subir, ya que en Zaragoza se han alcanzado valores de auténtico récord de temperatura. Allí arriba también hacía mucho calor, más de lo normal, pero metido en aguas heladas con los transpirables todo es más llevadero.


Nada más llegar, el lunes por la tarde, mi objetivo eran aguas verdaderamente heladas. Visité un río cuyas aguas acaban prácticamente de nacer, y es que mientras pescas ves el helero del que surgen. Su transparencia es casi increíble, permitiendo reconocer perfectamente su lecho de guijarros graníticos.


La composición del fondo lo convierte en un mosaico casi ajedrezado, son los blancos y los negros los colores que predominan. La librea de estos peces es ideal para camuflarse en este escenario, como podéis comprobar en la fotografía de la primera captura. Por eso la pesca a pez visto era casi un imposible, y tocaba hacerlo "al agua". Para ello confié en un saltamontes hecho en foam: vistoso y muy flotante; a estas altitudes hay que pescar sin complejos, y en un río rodeado de pradera no es tan descabellado.



Los salvelinos me dieron un rato de lo más entretenido. Es increíble la picada tan franca que tienen ¡vaya voracidad! Y qué decir de la pelea, trufada de saltos y acrobacias intentando escapar. Es más, unos cuantos consiguieron destrabarse del anzuelo en los primeros instantes gracias a esa estrategia. Son unos peces muy deportivos, la lástima es que no deberían estar allí puesto que son una especie exótica que puede desplazar a la fauna autóctona. No sé quién los introduciría allí, y vete tú a saber con qué interés. Pero bueno, ya que el daño está hecho, lo que toca es disfrutar de su presencia de la mejor manera posible.

 
Además el marco es incomparable. Generalmente (sobre todo en agosto) está abarrotado, parece Times Square en nochevieja. Pero al visitarlo en julio y a última hora de la tarde me permitió disfrutarlo en total tranquilidad.

sábado, 4 de julio de 2015

Rolex

Ayer el día en el embalse salió raro, con un calor sofocante a pesar del cielo encapotado y el viento que no paraba de soplar. Los peces estaban raros, parecían no querer tomar las moscas que les presentaba, rechazando una y otra vez. Carpas y barbos se aproximaban a mis imitaciones, pero en el último momento se lo pensaban mejor y a otra cosa. En el mejor de los casos directamente pasaban de ella olímpicamente. A pesar de que cambié de mosca, a pesar de que afiné el bajo hasta el límite. Tanto cambié de mosca que al final incluso probé la emergente que llamé "glotona" y que no usaba desde que hace tiempo un buen barbo la rechazó y salió despavorido poco después de bautizarla.


Con lo que no contaba es que un pequeño black-bass iba a salir de los matojos sumergidos que había en las proximidades para tomar la mosca. Como muchas otras veces, el instinto me jugó una mala pasada y clavé decididamente, lo que me dio la captura pero ahuyentó a cuantos peces había alrededor. Con ese resultado decidí seguir dándole un voto de confianza a la "glotona". Poco tiempo después se la pude presentar a un barbo, que la aceptó de buen grado. Tanto le gustó que se la llevó puesta... Afinar el bajo con estos peces es demasiado arriesgado la mayoría de las veces.


Unos metros más allá vi una buena carpa hozando decididamente el fondo, así que até al bajo mi querida "cangrebou", que tan bien me suele funcionar en estas situaciones. El problema es que por las cercanías rondaba otro pequeño black-bass que se rindió a los encantos de la imitación, dando al traste con la captura de la carpa. Como estaba visto que no me iba a poder hacer con barbos o carpas me decidí a pasar un buen rato con esos bocazas, y la verdad es que son entretenidos cuando se ponen tan voraces. ¡Y qué boca tan dura tienen! Eso sí, enseguida me vino a la mente un viejo chiste (que no se me ofendan los amigos vascos):
Estaban dos amigos vascos una mañana cogiendo setas cuando de repente uno ve brillar algo en el suelo y al acercarse le grita al otro:
- ¡Ostia Patxi! ¡Un rolex de oro!
A lo que Patxi contesta:
- ¡Tira eso! ¡¿A qué hemos venido?! ¿A setas o a rolex?
La cuestión es que de las preguntas de Patxi mi padre extrajo una frase hecha que usaba con asiduidad, cuando quería indicar que había que centrarse en lo que habíamos venido a hacer. Así que dejé en paz a los basses y me puse en serio con los peces con bigotes.




Poco a poco fueron saliendo peces. Aunque no tienen gran tamaño, por lo menos pasé un día entretenido pescando a seca. La gran mayoría de ellos sucumbieron a la "vespa", una imitación de avispa. La clave fue buscarlos en las corrientes que el viento crea dentro de la masa de agua, que quedan marcadas por un patrón de oleaje diferente al resto o por la presencia de espuma. Suelen formarse relativamente cerca de la orilla, y son frecuentadas por los peces porque hacen de cintas transportadoras, concentrando el alimento que cae al agua.


Al final de la tarde incluso salió el sol, facilitando la localización de los peces. Éstos continuaban comiendo en superficie y siguieron tomando la "vespa". Una buena jornada después de todo, que comenzó rara (conmigo pescando basses) y acabó con un buen número de capturas, aunque pasando bastante calor.



Un saludo y ¡buena pesca!