Translate this blog

domingo, 22 de abril de 2012

Adaptarse o...

Ésa es precisamente la magia de la pesca a mosca. O adaptas tus técnicas a la situación o seguramente no tocarás escama o lo harás por pura casualidad. Y lo mío de ayer es un ejemplo claro.


El día prometía, con una mañana soleada, con poco aire y aguas claras. El problema es que mientras esto duró no vi un sólo pez y cuando aparecían se trataba de carpas que estaban "a lo suyo" y hacían caso omiso de las moscas. Después se levantó un molesto viento que dificultaba el lanzado y fueron apareciendo cada vez más nubes hasta nublarse por completo. Al mismo tiempo las aguas empezaban a bajar cada vez más tomadas. Así se hacía imposible pescar a ninfa por la imposibilidad de detectar la picada a tiempo.

La inmediata solución que tomé fue atar moscas secas. Pero fue imposible convencer a los barbos, que estaban continuamente ninfeando, de comer en superficie. Y entonces fue cuando me acordé de mi anterior bolo por no poder ver la picada y las recomendaciones de algunos de vosotros sobre la utilización de indicadores de picada. La verdad es que los montajes en tándem no me acaban de convencer, porque veo muy fácil que la hijuela donde va la seca se líe con el resto del bajo arruinando la presentación. La única opción que quedaba era colocar un indicador flotante que llevaba por el chaleco. Y voilà. Lanzado a pez visto, detención del indicador y clavado. Lástima la rotura del bajo, porque era un ejemplar de buen tamaño. Pero todo tiene remedio. Un barbo cerca de la orilla en una zona de corrientes tomó mi ninfa de liebre y el indicador hizo su trabajo. Una bonita captura para terminar la jornada.



Lo mejor del día fue sin duda aprender la lección sobre la necesidad de adaptarse. Y haberlo hecho, claro ¡Saludos y buena pesca!

jueves, 12 de abril de 2012

Pescando en casa

¿Qué mejor manera de aprovechar un par de horas libres que bajar al río del pueblo a pescar? Y es que toda mi vida he vivido a menos de 200 metros de este río. En él es donde empecé a pescar de crío, con alguna lombriz o maíz en un anzuelo que colgaba de un corcho.


Este pobre río sufre como pocos las épocas de sequía. Y es que un viejo embalse privado, propiedad de los regantes, provoca que en situaciones como la actual esté totalmente seco aguas abajo del mismo. Menos mal que en Muel tenemos un maravilloso manantial que lo alimenta y le da algo de caudal. Otro día os contaré la larga y tortuosa relación de este río con los embalses.


Por ese maltrato sistemático que sufre, me sorprendió ver hace un par de semanas a algunos barbos de entorno a 30 cm nadando por sus aguas. De ahí que aprovechase la tarde de ayer para bajar a tentarlos un poco, por aquello de la ilusión de pescar a mosca "debajo" de casa. Aquellos barbos habían desaparecido, y sólo quedaban algunos de alrededor de un palmo rodeados de madrillas.

Siempre hay una excepción, y en este caso era un barbo de unos 35-40 cm comiendo. Así que no había que perder la oportunidad, pero cuando le lancé mi San Juan Worm una madrilla de un palmo fue más rápida, el instinto me hizo clavar y así pescar un pececillo y asustar al barbo. La sensación de delicadeza que da un pez tan pequeño me hizo devolverlo inmediatamente, así que no hay foto. Creo que será mejor así.

Por lo menos queda el consuelo de saber que aunque sea maltratado una y otra vez este río se resiste a rendirse. No me quiero imaginar cómo estaría si se le cuidase.