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domingo, 28 de junio de 2015

Tardes ibéricas

Con el calor que hace estos días parece descabellado dedicarse a recorrer las orillas de cualquier embalse donde no hay refugio contra el sol. Por eso, mis dos últimas jornadas las he dedicado a buscar truchas en un pequeño río de mi querida Cordillera Ibérica.¿Dónde mejor que ese laberinto verde para escapar del agobiante calor estival?


El destino elegido fue un río del que tenía muy pocas referencias, pero que me llamaba poderosamente la atención. Así que la otra tarde me decidí a explorarlo. Nada más llegar ya pude comprobar su aspecto salvaje, enmarcado en una densa vegetación que complica mucho el lanzado e incluso el desplazamiento, pero también da una refrescante sombra que se agradece mucho en estas fechas. Además las condiciones del agua eran inmejorables, totalmente cristalina. Como muestra de la pureza del agua nada mejor que la multitud de exuvias de plecópteros que atestiguan una reciente eclosión masiva de estas moscas gigantes.


Por último, pero no por ello menos importante, pude observar gran cantidad de truchas que salían disparadas al menor movimiento, muy buena señal para la población piscícola del río. Además desde el primer momento tuve subidas a mis moscas, algunas que acabaron en rechaces y otras que acabaron soltándose después de unos pocos segundos de pelea. Estaba muy fallón en el clavado, pero no dejé que eso me minara la moral y es que la tarde prometía. Poco después pude hacerme con la primera captura, una trucha arcoiris de talla bastante respetable para el tamaño del río que no quiso esperar a que tomase la foto. Quizá fuera tímida...


¿A quién narices se le ocurriría repoblar este río con trucha arcoiris? La verdad es que hace falta ser descerebrado, y fuera quien fuese el resultado es que alguna todavía queda. Sin duda, dado el perfecto estado de las aletas, esa trucha nació en el río. Poco a poco también me fui haciendo con alguna truchas comunes que sucumbían a mis imitaciones de tricóptero, y es que había muchos revoloteando cerca del agua para la puesta y las truchas daban buena cuenta de ellos. No eran grandes, pero desde luego sí que bravas y peleonas, vendían cara su libertad a pesar de su ajustado tamaño. Una verdadera maravilla de peces.


La última hora de la tarde me encontró en una pequeña bajo un cortado en la que localicé a una buena trucha cebándose rítmicamente. Le pasé media caja de moscas por encima de la cabeza, pero lo más que obtuve fue algún estrepitoso rechazo. Ni siquiera quiso entrar a mi imitación de dánica, y es que la até al ver a algún ejemplar adulto bailando sobre las aguas. Así, intentando hacerme con aquel ejemplar, se fue cerniendo la oscuridad y fraguando en mi la promesa de regresar a este pequeño paraíso que acababa de descubrir.


Tardé únicamente un par de días en volver. Empecé en la poza donde había pescado la trucha arcoiris, y nada más llegar me sorprendió la acrobacia de una muy buena trucha común saltando más de un metro fuera del agua a por un insecto. A mi mente vino el recuerdo de la última trucha del último día, la que se rió de mis imitaciones, pero me conjuré para que aquello no volviera a repetirse. Y no lo hizo. Al tercer paso de mi tricóptero por donde había aparecido la trucha, una boca emergió tímidamente del agua para engullir la mosca. Sin embargo la dificultad no termina con la picada, sino que no es nada fácil doblegar a una de estas truchas. Tras una breve pelea la trucha ganó y yo me tuve que quedar mirando la punta de mi terminal del cual había arrancado la imitación.

Me repuse pronto gracias a las sucesivas capturas, deleitándome en las potentes carreras que se daban aquellas truchillas. Como el otro día, llegué a una poza justo cuando la luz bajaba, iba a tener un nuevo sereno. Frené mi ímpetu por lanzar a ciegas y me dediqué a observar con detalle el agua en busca de un objetivo.


Allí estaba, revisando una y otra vez todo lo que bajaba por la vena central de la corriente, una bonita trucha. Calculé el lance de manera que evitase las ramas bajas de los árboles, presenté la mosca y... rechace. Cambio de imitación, nuevo lance y... nuevo rechace. Ya me veía yo yéndome sin poder hacerme con la trucha. Pero esta vez tuve más suerte que el día anterior. La tercera imitación, un tricóptero en paracaídas con el tejadillo en CDC consiguió provocar la picada. Tras una maravillosa pelea (de verdad, ¡qué fuerza tienen estas truchas!) la pude acercar a mi mano y hacerle una foto para poder presentárosla.


Con la serenidad y satisfacción que da una captura como esa decidí dar por terminada la jornada y regresar al coche. No sin antes prometerme a mi mismo volver al encuentro con estas truchas ibéricas.

Saludos y buena pesca

martes, 16 de junio de 2015

Abajo el periscopio

Hace un año conté aquí cómo en un destino que es un verdadero paraíso para la pesca de los amigos bigotudos la clave del éxito era tentarlos a mosca seca, hacerles subir a la superficie. Sin embargo, a mi vuelta el pasado fin de semana, la situación no era para nada la misma.


Llevamos una semana bastante desapacible en casi toda la península, con nubes y tormentas bastante frecuentes. Y el sábado no fue una excepción. El sol se dejaba ver en contadas ocasiones y eran los ratos en los que permanecía oculto tras las nubes los que predominaban. Además la mañana estaba bastante fresca, y únicamente hacia el final de la mañana, cuando tenía que marchar de allí, subió significativamente la temperatura. Sin duda estos factores hicieron que el comportamiento de los peces cambiase significativamente respecto al de hace un año por estas fechas. Eran escasos los peces, todos ellos carpas, que merodeaban en busca de comida en la superficie. Todos los demás, muy numerosos cerca de la orilla, buscaban el alimento en el fondo.


Además del tiempo frío y desapacible, otro factor que también puede haber influido en el comportamiento la incipiente proliferación de algas en el agua, seguramente debida a su moderada eutrofización. Este es un problema que puede llegar a ser grave. No ya para mi como mosquero, ya que hace que las rocas estén tapizadas de algas y los peces se dediquen literalmente a pastar sobre ellas haciendo caso omiso de mis imitaciones, Lo grave del asunto es que esto supone un desequilibrio importante en el ecosistema que puede conllevar el empobrecimiento de oxígeno de la masa de agua y con ello el peligro de asfixia de los peces y demás seres vivos que en ella viven.


Aun así nada más llegar, en el primer lance, conseguí hacerme con una peleona carpa que no dudó en subir a tomar la imitación de escarabajo que apareció por arte de magia delante de ella. Después, pese a que iba siendo consciente de lo que os he comentado antes y de que todo apuntaba a que lo más lógico sería atar una ninfa para buscar a los peces en el fondo, me resistía a dejar de tentarlos a seca. No solo porque mi deseo era revivir la jornada de hace 12 meses o fruto de que bastantes veces me veo obligado a usar señuelos hundidos aquí en mi tierra, sino principalmente debido a las condiciones del día. Las nubes, por sí solas, no son lo más recomendable para esta pesca ya que se reflejan en el agua y limitan mucho la visión de lo que ocurre bajo la superficie. Pero si además las combinamos con el oleaje creado por el viento podemos ir olvidándonos de ver a los peces tomando una ninfa.


Así las cosas, me vi obligado a seguir usando moscas secas. Ante la indiferencia generalizada de los peces la mejor táctica era posar de manera más o menos brusca para llamar su atención y así desencadenar el ataque. Sin embargo esto es peligroso y en muchas ocasiones lo único que conseguimos es espantar al pez. Por eso recomiendo probar suerte primero con posadas suaves y, si no tenemos respuesta, jugárnoslo todo a la carta de la posada brusca. La mosca más productiva resultó la imitación de avispa que bauticé como Vespa.


Finalmente el sol perdió su timidez y se atrevió a salir de detrás de las nubes, mejorando de manera significativa la visibilidad de lo que ocurría bajo la superficie. Ahora sólo quedaba el viento, que cuando actúa por libre suele ser más una ventaja que un inconveniente a la hora de pescar. Nuestros errores se ven minimizados y además los peces tienen mayor dificultad para detectarnos, tanto con la vista como a través de las vibraciones. Fue entonces cuando me decidí a cambiar de mosca, ya de vuelta hacia el coche, y até una ninfa montada en oreja e liebre. Animada ligeramente cerca de los peces que hozaban o pastaban en el fondo me dio varias capturas.


Fue una mañana productiva, aunque se desarrolló de manera diferente a como yo esperaba, cambié el chip y salí airoso. Por último no me queda más que recomendar, rogar, que tratéis bien a los peces y practiquéis correctamente el captura y suelta para garantizar el futuro de nuestra afición.

jueves, 11 de junio de 2015

Montando moscas de mayo

Hace unos días os contaba mi primer contacto con la Ephemera danica en un río de la Cordillera Ibérica. También os conté que me pilló sin imitaciones del insecto, por lo que me había puesto a ello, prometiéndoos compartir la receta. Y lo prometido es deuda.

Esta mosca es muy grande, por lo que pensé que lo mejor sería usar un cuerpo extendido para reducir el peso del anzuelo, evitando hundimientos innecesarios. Aunque circulan por internet algunos montajes de este tipo con el cuerpo hecho de foam, me parecen poco naturales y he preferido usar dubbing a pesar de la mayor dificultad. Otro problema relacionado con el tamaño está en la posibilidad de rizar el bajo con collares muy poblados, por lo que decidí montar mi imitación con un collar en paracaídas que además contribuyese a una mejor posición sobre el agua de la mosca.

Receta:
anzuelo: Dohiku 645 #14
cercos: alce negro
abdomen: dubbing Superfine pale yellow
brinca: hilo marrón
tórax: dubbing Superfine mezcla de pale yellow y brown / pata de liebre ártica (PLA) crema
alas: pluma de pecho de pato natural
collar: colgadera de gallo americano color marrón (en paracaídas)

Paso a paso:
Primero fabricamos el cuerpo extendido, para lo que nos podemos ayudar de una aguja. Sobre ésta fijamos el hilo de montaje y creamos una base de la longitud que queramos darle al cuerpo. Fijamos también el hilo que usaremos de brinca.


Impregnamos la base de hilo con pegamento o cola. Yo particularmente utilizo un pegamento viscoso, transparente, de secado relativamente rápido y, muy importante, resistente al agua. Tras aplicar el pegamento, fijamos unas fibras de pelo de alce en el extremo de la aguja para imitar los cercos. Formamos el cuerpo enrollando el hilo con dubbing y brincamos. Para imitar mejor la segmentación y coloración de la mosca natural, las primeras vueltas de brinca deberán estar más apretadas.


Realizamos un par de nudos y cortamos el hilo de montaje. A continuación, presionando con la uña contra la aguja, sacamos el cuerpo deslizándolo hacia el extremo. De esta manera obtenemos un cuerpo tubular, hueco, que ayudará a la flotación de la artificial.


Atamos el abdomen al anzuelo. Yo he elegido uno corto, con gran abertura, para facilitar el clavado del pez. A continuación atamos las fibras de un par de plumas de pecho de pato que imitarán las alas marcadamente reticuladas de la original. Calzamos con hilo de montaje, ya que estas fibras servirán de poste para enrollar el collar en paracaídas.



Tensamos las fibras de pecho de pato con la ayuda de la herramienta paracaídas y atamos la pluma de gallo con la que formaremos el collar. Imitamos el tórax de la mosca enrollando el hilo de montaje con dubbing, tanto por delante como por detrás del poste. Finalmente enrollamos la pluma de gallo alrededor del poste y atamos el hilo de montaje por detrás de la anilla del anzuelo.



Hasta aquí os he descrito cómo realicé el primer prototipo. Tened en cuenta que a lo engorroso del montaje con cuerpo extendido y con paracaídas hay que añadir el montaje de la cámara, con trípode, iluminación y demás. Posteriormente até otras moscas sustituyendo el superfine por PLA para formar el tórax bajo el poste. Como podéis comprobar el resultado es una mosca que flota placada, pero flota. Al menos en el "tanque" de pruebas.



Tras comentar en las redes sociales la baja actividad de las truchas pese a encontrarme una eclosión de dánicas, me recomendaron atar una emergente en estos casos. Por ello me puse también manos a la obra y monté mi particular versión de este estadio. En este caso no voy a acompañar la receta de un paso a paso, sino de una foto.

Receta:
anzuelo: TMC 2312R #12
cercos: fibras de cola de faisán macho
exhuvia: antron yarn color crema
abdomen: dubbing Superfine pale morning yelow
brinca/lastre: hilo de cobre
saco alar: cul de canard (CDC) marrón claro-oliva
tórax: dubbing de liebre haredub golden olive
collar: colgadera de gallo americano color dun (en paracaídas)
poste: polipropileno naranja (sirve como indicador)


saludos y ¡buena pesca!

domingo, 7 de junio de 2015

32 de mayo

El otro día decidí pasar mi última tarde con 30 años pescando. Por eso, cuando salí de trabajar agarré el coche y me dirigí rápidamente a un destino cercano del que me habían hablado recientemente. Tocó cambio de especie, ya no eran barbos o carpas, sino truchas, los objetivos.


Nada más llegar tuve un encuentro inesperado. Llevaba deseándolo desde que hace años, cuando en este legendario capítulo de Jara y Sedal vi a Lorenzo Milá y a Rafael del Pozo disfrutando de una jornada en el río Dulce con las moscas de mayo (Ephemera danica) como protagonistas. Pues bien, aquella tarde yo no estaba en el río Dulce, no me acompañaban Lorenzo ni (desgraciadamente) Rafael, y ni siquiera el calendario se encontraba todavía en mayo. Pero ahí estaba, volando frente a mí, un imago de dánica.
A la alegría de encontrarme con esta mítica mosca le siguió la desazón de caer en la cuenta de que en mi caja no encontraría nada parecido a esas grandes moscas que aleteaban por doquier. Como mucho, alguna imitación de lo que podríamos llamar pardón, que decidí atar al bajo por la similitud en el tamaño. A pesar de la presencia de las moscas de mayo revoloteando a ras de agua para realizar la puesta no se observaba respuesta por parte de las truchas. Ni una sola cebada.

Entonces me empezó a acechar la típica duda cuando uno se encuentra en un destino desconocido: ¿no será que no hay truchas? Aun así me propuse disfrutar de ese pequeño río intentando hacer subir alguna pintona de cualquier rincón. Finalmente alguna sucumbió a los encantos de mi "pardón", e incluso vi alguna cebada tímida, demostrando que allí todavía hay vida. El tamaño de los peces resultó limitado, quién sabe si porque es la tónica general del tramo o porque únicamente las jóvenes e inexpertas se dejaron engañar por esa mosca que tan poco se parecía a las naturales que volaban sobre el río. Sin embargo la escapada vespertina mereció la pena. Por tocar escama, por respirar el aire puro de la montaña ibérica y, sobre todo, por el encuentro con las moscas de mayo. Aunque estuviésemos a 32 de mes.


Eso sí, llegué a casa con el firme propósito de esas grandullonas amarillentas no volvieran a pillarme desprevenido, sin imitaciones en la caja. Así que me puse frente al torno y saqué un patrón que espero llame la atención de las truchas la próxima vez. Os la presento aquí, en próximas fechas prometo la receta y el paso a paso.


Un saludo y ¡buena pesca!

martes, 2 de junio de 2015

Selectividad

Con el título de la entrada no me refiero a la dura prueba que pasarán mis alumnos de 2º de bachillerato la próxima semana buscando una plaza en la carrera elegida. No, me refiero al carácter que muestran en ocasiones nuestros amigos con bigotes: carpas y barbos.

Estos peces tan poderosos y deportivos son muchas veces despreciados por pescadores de otras especies supuestamente más "nobles". Uno de los argumentos para este desprecio es la fama de tontorrones que se les atribuye. Pero nada más lejos de la verdad. Si bien es cierto que en ocasiones pican a ¿imitaciones? bastante estrambóticas que no se parecen a nada que pueble las aguas (al menos las de la Tierra), en otras ocasiones se ponen muy dignos y hay que afinar en la elección de la artificial. Al fin y al cabo, ¿no entran las pintonas a los perdigones y otras veces nos vuelven locos buscando la imitación adecuada?

Recientemente he sufrido esta selectividad de los ciprínidos en mis propias carnes. Al llegar a la orilla del embalse encontré numerosas hormigas aladas revoloteando por todos los lados. Hasta aquí todo normal, incluso muy prometedor dada la afición de los bigotudos por las "alaicas". Pero no todo podía ser tan bonito, y es que las hormigas eran mucho más pequeñas que cualquier imitación que tenía en mis cajas. La diferencia de tamaño puede parecer pequeña, pero no es así a juzgar por la reacción de los peces ante la imitación. Algunos, los más, simplemente pasaban de largo aunque se acercaban para echarle un vistazo. Otros subían a por ella pero, al verla de cerca, daban media vuelta y huían como si hubieran visto al demonio. Quité las alas para comprobar si el problema radicaba en un exceso de brillos pero el resultado fue el mismo.


Algunas carpas subían a por la imitación, tuviera ésta alas o no, e incluso llegaban a intentar succionarla. Pero la espantada venía después, al segundo o tercer intento de tomar la mosca. Mi teoría es que intentan succionarla pero, como están montadas en foam, su flotabilidad es mucho mayor que la de las naturales, por lo que no se hunde como éstas. Entonces el pez se percata de que hay gato encerrado y pone aletas en polvorosa.

Para colmo, las hormigas más pequeñas de mi caja eran restos de la época en la que no tenía en consideración el grosor a la hora de elegir anzuelo para montar las moscas para barbos. Ahora ya sé que estos peces necesitan anzuelos potentes para soportar los embates del pez durante la pelea, pero por si acaso ya se encargaron ellos de recordármelo.


No los llegaron a poner rectos, pero fueron varios los anzuelos que abrieron lo suficiente para poder zafarse. Menos mal que a pesar de la selectividad que mostraron y de las limitaciones del material me pude hacer con alguno. Como siempre, después de la pelea y la foto extremando las precauciones para minimizar al máximo los daños, tocó devolverlos sanos y salvos al agua. Por el bien de su especie y la de nuestra afición.


Así que mi recomendación es llevar un repertorio variado de moscas y no solo las típicas imitaciones grandes en foam (que también) y, sobre todo, utilizar anzuelos de la máxima calidad posible para asegurar las capturas.

Un saludo y ¡buena pesca!