Siempre quedarán en el recuerdo aquellas ascensiones hacia los ibones en busca de las preciadas pintonas. Aún hoy siento esa emoción recorrer todo el cuerpo al llegar a las orillas de uno de ellos justo cuando los rayos de sol empiezan a acariciar sus aguas. Montar el aparejo en silencio y contener los nervios en los primeros lances para después soltarlos todos juntos en tremendos gritos de júbilo al notar el tirón al otro lado de la línea. Y todavía suelto aquellas maldiciones que traspasaban barrancos y pedreras cuando una trucha nos ganaba la batalla.
Sus nietos lo fueron todo para él en sus últimos tiempos. No se puede explicar con palabras el amor que les profesaba, pero una aproximación sería el tiempo que pasaba fantaseando con cómo pescaría con ellos las más bonitas truchas. Esa sonrisa que se dibujaba en su cara al mostrarles sus capturas iluminaba de inmediato la estancia. Qué decir de cuando les veía con una caña entre las manos. Con ellos ya son 3 las generaciones de pescadores del linaje que con él comenzó. Pero tendremos que ser otros los que les transmitamos todo ese amor y dedicación necesarios para forjar en ellos unos pescadores.
Hoy ya es su quinto cumpleaños en el que no está aquí para celebrarlo con nosotros. A veces pienso que la enfermedad fue un pez demasiado poderoso para dejarse vencer, aunque la caña del padre pescador siguió en lo alto a lo largo de toda la pelea. Todo un ejemplo que seguir del mejor compañero de pesca que he tenido, ¡y qué alto dejó el listón!
Sé que en ciertos momentos sigue acompañándome cuando estoy pescando. Por supuesto no estoy hablando de "presencias" ni de "observaciones desde el más allá" Hablo del recuerdo y la sensación de plenitud que me inunda cuando consigo engañar un pez difícil en el enésimo intento, al ver aparecer las aguas de un ibón tras el último collado, al ver el sol ocultarse tras el horizonte en la quietud del atardecer o cuando Alberto y Adrián me acompañan de pesca llevando en sus manos las cañas con las que él pescó trantas truchas.
¡Felicidades papá!