Estos días podemos disfrutar de esos días mágicos conocidos desde hace tiempo como "veranillo" de San Martín. Un breve periodo cálido que frena momentáneamente la instalación definitiva del invierno en nuestras latitudes. Para mi suele suponer el punto y final de la temporada, ya que poco después llega el frío y las salidas de pesca pasan ser más bien escapadas a la naturaleza. Este año he tenido la oportunidad de despedir la temporada en el mismo sitio que el año pasado, en tierras castellano-leonesas.
Se suele asociar el buen tiempo al sol, pero sería más adecuado hablar de tiempo estable, anticiclónico. Y en esta época del año un anticiclón como el que está detrás del "veranillo" puede traer nieblas a primeras horas de la mañana. No podía ser de otra manera en los alrededores de una masa de agua como es un embalse. Así es difícil situar el límite entre el cielo y el agua, puesto que el aire está también saturada del líquido elemento. También es enormemente complicado, en esas condiciones de luz, localizar a los peces. Por eso muchas veces la detección de éstos llega tarde, cuando ya huyen despavoridos.
Otra dificultad asociada a estas condiciones meteorológicas es la de conseguir templar los nervios en las subidas de los peces hacia la mosca. Porque si a la niebla le cuesta levantarse, a los peces no les cuesta menos llegar a la superficie. De ahí que sea frecuente fallar peces al clavar en vacío, antes de que el pez haya alcanzado la mosca.
Pero se puede tener éxito en estas condiciones. Las claves, a mi modo de ver, son dos. La primera, una aproximación mucho más lenta que de normal, si esto es posible. Hay que dar cada paso con mucho cuidado, habiendo escudriñado bien el fondo buscando los movimientos de los peces. La segunda es una muy buena templanza de los nervios, esforzándonos mucho en no clavar antes de hora.
No dar el tirón si el pez no tiene la mosca en su boca y ésta no está cerrada es vital. Incluso tras un rechazo, si el pez sigue cerca, puede que vuelva a entrar a la mosca si la dejamos ahí. Esto me ha pasado algunas veces, una de ellas hoy con un muy buen ejemplar que ha conseguido romper el hilo antes de que lo pudiera acercar a la sacadera.
Se acercan meses de montaje y de recordar la temporada que se acaba. Y poco más que eso podrá haber en el blog si saco algún ratillo para actualizar. Habrá que dejar ir a la temporada, como hacemos con los peces al liberarlos, con la esperanza de que volverá el año que viene para que la pesquemos. Buena pesca.
Translate this blog
domingo, 8 de noviembre de 2015
viernes, 28 de agosto de 2015
Sorpresa
Hoy he vuelto a vérmelas con los bigotudos. Hacía tiempo que los tenía olvidados, seguro que lo habréis notado en el blog. Desde luego este verano las truchas se han llevado la mayor parte de mis jornadas de pesca. Pero ya de vuelta a casa, para terminar las vacaciones, tocaba recuperar el contacto.
El destino ha sido un tramo de río que me recomendó no hace mucho un amigo. Y tengo que reconocer que ha sido una muy grata sorpresa. Gran cantidad de peces, alguno de buen tamaño (aunque lo mejor es que había de todos los tamaños, la población está más que sana) y, sobre todo, una buena disposición a tomar la mosca. Puede que haya sido la mejor de mis jornadas fluviales tras los bigotudos. Han picado a ninfa, a seca y a seca sucia con verdín. He llegado a pensar que se habrían comido cualquier cosa que les hubiera presentado.
Sin embargo, el sorpresón del día me lo ha dado una carpa. Para más señas, una que he sacado robada... de la boca. O para ser más exactos, de un estrímer que llevaba clavado en la boca. ¡He clavado mi imitación de larva de quironómido en la cabeza cónica del estrímer! Imaginaos la cara que se me ha quedado al darme cuenta de la escena. Peor cara se me ha quedado cuando he comprobado que el anzuelo que llevaba clavado el pez tenía arponcillo, a pesar de encontrarme en un tramo de captura y suelta donde la normativa obliga a utilizar anzuelos desprovistos de él. En fin...
El destino ha sido un tramo de río que me recomendó no hace mucho un amigo. Y tengo que reconocer que ha sido una muy grata sorpresa. Gran cantidad de peces, alguno de buen tamaño (aunque lo mejor es que había de todos los tamaños, la población está más que sana) y, sobre todo, una buena disposición a tomar la mosca. Puede que haya sido la mejor de mis jornadas fluviales tras los bigotudos. Han picado a ninfa, a seca y a seca sucia con verdín. He llegado a pensar que se habrían comido cualquier cosa que les hubiera presentado.
Sin embargo, el sorpresón del día me lo ha dado una carpa. Para más señas, una que he sacado robada... de la boca. O para ser más exactos, de un estrímer que llevaba clavado en la boca. ¡He clavado mi imitación de larva de quironómido en la cabeza cónica del estrímer! Imaginaos la cara que se me ha quedado al darme cuenta de la escena. Peor cara se me ha quedado cuando he comprobado que el anzuelo que llevaba clavado el pez tenía arponcillo, a pesar de encontrarme en un tramo de captura y suelta donde la normativa obliga a utilizar anzuelos desprovistos de él. En fin...
Un saludo a todos y buena pesca
lunes, 20 de julio de 2015
Antibarranquismo
No os engañéis con el título de esta nueva entrada de mis andanzas pirenaicas. No tengo nada en contra del barranquismo ni de quienes lo practican. Mientras no se le dañe, creo que cada uno debe disfrutar de la naturaleza como mejor le parezca. Lo que ocurre es que muchas veces mi manera de acercarme a ella se asemeja al barranquismo, pero en sentido contrario. Quiero decir que toca remontar ríos abruptos y espumosos, en ocasiones alternando casi escalada con la pesca. Puede ser agotador, pero creo que merece la pena. Juzgad por vosotros mismos.
La última vez que lo practiqué fue en mi tercera jornada pirenaica, al día siguiente de darme un festín de truchas picando a seca. Pero ese día no estaban por la labor. Alguna sí se dejaba engañar, pero nada que ver con la actividad que había vivido unas horas antes. Por eso se hacía necesario cambiar de táctica. Los que ya lleváis asomándoos a esta ventana algún tiempo sabéis que no suelo atar ninfas cuando busco engañar a pintonas, pero a grandes males grandes remedios. Decidí darle una oportunidad a un curioso sistema de indicador de picada que descubrí hace un tiempo y podéis ver en el vídeo que adjunto. Utilicé una versión casera de este invento que preparé hace un tiempo, como digo, forzado por la baja actividad de las truchas en superficie.
La verdad es que es fácil de usar, y cumple su función sobradamente. A la menor detención o hundimiento del pompón, clavada. Así fui consiguiendo tocar truchas con mayor frecuencia. Debo confesar que no es lo mismo que ver al pez tomando la mosca, pero en algunas ocasiones hay que dejar las ortodoxias a un lado y ponerse pragmático.
Como curiosidad simplemente añadir que alguna trucha se vio atraída por el indicador en vez de por la mosca. ¡Nunca se sabe cómo acertar con el menú de las pintonas!
La última vez que lo practiqué fue en mi tercera jornada pirenaica, al día siguiente de darme un festín de truchas picando a seca. Pero ese día no estaban por la labor. Alguna sí se dejaba engañar, pero nada que ver con la actividad que había vivido unas horas antes. Por eso se hacía necesario cambiar de táctica. Los que ya lleváis asomándoos a esta ventana algún tiempo sabéis que no suelo atar ninfas cuando busco engañar a pintonas, pero a grandes males grandes remedios. Decidí darle una oportunidad a un curioso sistema de indicador de picada que descubrí hace un tiempo y podéis ver en el vídeo que adjunto. Utilicé una versión casera de este invento que preparé hace un tiempo, como digo, forzado por la baja actividad de las truchas en superficie.
La verdad es que es fácil de usar, y cumple su función sobradamente. A la menor detención o hundimiento del pompón, clavada. Así fui consiguiendo tocar truchas con mayor frecuencia. Debo confesar que no es lo mismo que ver al pez tomando la mosca, pero en algunas ocasiones hay que dejar las ortodoxias a un lado y ponerse pragmático.
Como curiosidad simplemente añadir que alguna trucha se vio atraída por el indicador en vez de por la mosca. ¡Nunca se sabe cómo acertar con el menú de las pintonas!
lunes, 13 de julio de 2015
Perlas
La segunda jornada de mi escapada pirenaica de la semana pasada transcurrió en un tramo fluvial de alta montaña, pero a bastante menor altitud. Con gran cantidad de capturas, fue una de esas jornadas que quedan en el recuerdo durante mucho tiempo.
Nada más llegar, y a la vista de los tricópteros que revoloteaban por todos los lados, fue una imitación de estos insectos confeccionada en pelo de ciervo lo que decidí atar al bajo. La primera captura no se hizo esperar. Ni la segunda. Ni la tercera. Desde luego aquello prometía desde el primer momento.
Me fijé en las numerosas exuvias de grades plecópteros que todavía permanecían fijas en las piedras. Estos insectos viven en el agua durante las primeras fases de su desarrollo, para después salir escalando alguna roca donde tendrá lugar la última transformación: del caparazón de ninfa acuática surge un adulto alado, que deja atrás esa vieja prenda, la exuvia. Es por ello que a los plecópteros se los conoce también como "moscas de la piedra".
Lo que ocurre es que con tanto tiempo que ha pasado desde la últimas lluvias, esas exuvias podían ser de hace bastantes días. Por eso continué con el tricóptero atado al final del bajo, que seguía dando muy buen resultado. Pero pronto comprobé que algunos de esos restos eran más que recientes, y es que me encontré con un adulto alado aterrizando en la orilla. Por el tamaño y coloración apostaría a que se trataba de una Perla bipunctata.
Decidí atar una gran imitación de pérlido construida en foam, y pronto tuve las primeras picadas. El problema es que o la mosca era muy grande o la boca de las truchas muy pequeña, puesto que no acertaban a tomarla del todo y no pude clavar ninguna (era un montaje en cuerpo extendido). Por ello cambié a una imitación de plecóptero con tamaño más comedido y la primera captura no tardó en producirse.
Esa imitación siguió siendo productiva un par de horas, pero después parecía que las truchas hubieran desaparecido, pues no recibía ninguna respuesta. Menos mal que ahí estaban los tricópteros todavía revoloteando por doquier, animándome a probar de nuevo con imitaciones con "tejadillo". Las capturas siguieron sucediéndose hasta prácticamente el sereno. Pero justo tras ocultarse el sol tras las cimas de las montañas se levantó un viento que hacía muy molesto el pescar con tan poca visibilidad. Por ello, y estando como estaba más que satisfecho con el resultado de la jornada, decidí poner punto y final a la pesca por aquel día.
Nada más llegar, y a la vista de los tricópteros que revoloteaban por todos los lados, fue una imitación de estos insectos confeccionada en pelo de ciervo lo que decidí atar al bajo. La primera captura no se hizo esperar. Ni la segunda. Ni la tercera. Desde luego aquello prometía desde el primer momento.
Me fijé en las numerosas exuvias de grades plecópteros que todavía permanecían fijas en las piedras. Estos insectos viven en el agua durante las primeras fases de su desarrollo, para después salir escalando alguna roca donde tendrá lugar la última transformación: del caparazón de ninfa acuática surge un adulto alado, que deja atrás esa vieja prenda, la exuvia. Es por ello que a los plecópteros se los conoce también como "moscas de la piedra".
Lo que ocurre es que con tanto tiempo que ha pasado desde la últimas lluvias, esas exuvias podían ser de hace bastantes días. Por eso continué con el tricóptero atado al final del bajo, que seguía dando muy buen resultado. Pero pronto comprobé que algunos de esos restos eran más que recientes, y es que me encontré con un adulto alado aterrizando en la orilla. Por el tamaño y coloración apostaría a que se trataba de una Perla bipunctata.
Decidí atar una gran imitación de pérlido construida en foam, y pronto tuve las primeras picadas. El problema es que o la mosca era muy grande o la boca de las truchas muy pequeña, puesto que no acertaban a tomarla del todo y no pude clavar ninguna (era un montaje en cuerpo extendido). Por ello cambié a una imitación de plecóptero con tamaño más comedido y la primera captura no tardó en producirse.
Esa imitación siguió siendo productiva un par de horas, pero después parecía que las truchas hubieran desaparecido, pues no recibía ninguna respuesta. Menos mal que ahí estaban los tricópteros todavía revoloteando por doquier, animándome a probar de nuevo con imitaciones con "tejadillo". Las capturas siguieron sucediéndose hasta prácticamente el sereno. Pero justo tras ocultarse el sol tras las cimas de las montañas se levantó un viento que hacía muy molesto el pescar con tan poca visibilidad. Por ello, y estando como estaba más que satisfecho con el resultado de la jornada, decidí poner punto y final a la pesca por aquel día.
Etiquetas:
jornadas,
pirineo,
plecóptero,
río,
tricóptero,
truchas
Publicado por
Jorge
9
comentarios
viernes, 10 de julio de 2015
Fontinalis
Estos días pasados me escapé al Pirineo para tener unas jornadas intensivas de pesca, que os relataré en ésta y sucesivas entradas. No podría haber elegido mejores días para subir, ya que en Zaragoza se han alcanzado valores de auténtico récord de temperatura. Allí arriba también hacía mucho calor, más de lo normal, pero metido en aguas heladas con los transpirables todo es más llevadero.
Nada más llegar, el lunes por la tarde, mi objetivo eran aguas verdaderamente heladas. Visité un río cuyas aguas acaban prácticamente de nacer, y es que mientras pescas ves el helero del que surgen. Su transparencia es casi increíble, permitiendo reconocer perfectamente su lecho de guijarros graníticos.
La composición del fondo lo convierte en un mosaico casi ajedrezado, son los blancos y los negros los colores que predominan. La librea de estos peces es ideal para camuflarse en este escenario, como podéis comprobar en la fotografía de la primera captura. Por eso la pesca a pez visto era casi un imposible, y tocaba hacerlo "al agua". Para ello confié en un saltamontes hecho en foam: vistoso y muy flotante; a estas altitudes hay que pescar sin complejos, y en un río rodeado de pradera no es tan descabellado.
Los salvelinos me dieron un rato de lo más entretenido. Es increíble la picada tan franca que tienen ¡vaya voracidad! Y qué decir de la pelea, trufada de saltos y acrobacias intentando escapar. Es más, unos cuantos consiguieron destrabarse del anzuelo en los primeros instantes gracias a esa estrategia. Son unos peces muy deportivos, la lástima es que no deberían estar allí puesto que son una especie exótica que puede desplazar a la fauna autóctona. No sé quién los introduciría allí, y vete tú a saber con qué interés. Pero bueno, ya que el daño está hecho, lo que toca es disfrutar de su presencia de la mejor manera posible.
Además el marco es incomparable. Generalmente (sobre todo en agosto) está abarrotado, parece Times Square en nochevieja. Pero al visitarlo en julio y a última hora de la tarde me permitió disfrutarlo en total tranquilidad.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)