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lunes, 27 de mayo de 2013

Mejor no hablamos de fútbol

Y no solamente porque este sea un blog de pesca y los que me seguís lo hacéis esperando leer sobre esta pasión, sino porque acabo de ver a mi querido Real Zaragoza, mi otra pasión, tirar prácticamente sus últimas opciones de mantenerse en primera dando un espectáculo patético. Pero como digo, ésa es otra historia, así que mejor os hablo de la jornada de pesca que tuve ayer.

Cuando llegué me encontré las orillas totalmente alborotadas, con una actividad frenética de las carpas. Estaban plenamente afanadas en perpetuar la especie, para lo que buscaban parches de vegetación sumergida.


Con semejante alboroto y las carpas tan centradas en esos menesteres, parecía que se torcía la jornada que, a pesar del fresco de la primera hora, lucía radiante y primaveral. Pero no contaba con un aspecto muy importante: los huevos pueden ser un alimento muy suculento y fácil de conseguir. Los barbos también lo saben, y pude observar muchos ejemplares rondando a los grupos de carpas y alimentándose en esas plantas sumergidas, seguramente comiendo esos huevos. Tuve la suerte de engañar algunos de ellos, y lo que es mayor fortuna, de acercarlos a la orilla. Cuando la cangrebou caía al agua en sus proximidades necesitaban satisfacer su curiosidad y, una vez estaban cerca, una ligera animación de la mosca servía para desencadenar la picada.



Pero no con todos tuve tanta suerte. Los barbos grandes, esos que los que me leéis asiduamente sabéis que llamo "Sir Arthur" no suelen dar muchas opciones y mucho menos perdonan los fallos. El que ayer picó lo hizo en una playa, por lo que el miedo a que cortase el hilo contra las pizarras como el otro día era menor, pero cuando la tensión al otro lado de la línea cesó y ví que la mosca seguía atada al final del terminal me acordé de vuestros comentarios acerca del anzuelo que uso para atar la cangrebou.


No lo puso recto del todo, pero lo dobló lo justo para poder librarse de un anzuelo sin muerte. No me ha dado tiempo de seguir vuestros consejos y comprar anzuelos más robustos, pero en la siguiente ocasión pienso ir más preparado. Me encontré con otros ejemplares más grandes, pero no quisieron saber nada de mis moscas.


Éste era verdaderamente grande. Estaba soleándose en una récula profunda junto a unas cuantas carpas de las "normalitas", de alrededor de 50 cms de longitud. Eso sí, no estaba por la labor de picar. Incluso un escarabajo natural pasó flotando por encima suyo batiendo el agua con sus patas y pasó olímpicamente de él. Imaginaros mis moscas.

Pero no sólo de barbos vive el hombre. Hubo carpas, alguna de tamaño respetable que me brindaron una pelea dura de poder a poder.



Eso sí, pescar uno de los mayores peces de tu vida y que la cámara decida hacer que parezca uno de los extraterrestres de la película "Cocoon" no tiene precio. Pero claro, mi respeto por los peces hace que me apresure en su devolución al agua: les hago una única foto y no me paro a comprobar si ésta ha salido bien antes de soltar al pez.

La de ayer fue una jornada fenomenal. Una auténtica paliza de andar por orillas pedregosas y escarpadas pero que mereció la pena. La naturaleza está muy viva, y fundirte en ella es todo un privilegio. No sólo por la pesca, sino tambien por pequeños detalles como este caballito del diablo extendiendo sus alas tras salir del agua y realizar su última muda. Una curiosidad: entre ambas fotos medió la pelea con la carpa de la primera foto, que me hizo volver sobre mis pasos para evitar que rodease el cabo que limitaba la récula en la que picó.



Un saludo y ¡buena pesca!

lunes, 20 de mayo de 2013

Cangrebou / Imitación de cangrejo

El otro día, en el relato de mi última incursión al hogar de Sir Arthur, nombré una imitación de cangrejo que utilicé y me dió buenos resultados. Os prometí presentárosla, y como lo prometido es deuda además de que mostrasteis mucho interés en vuestros comentarios, hoy os la traigo.

 

A diferencia de la otra imitación de cangrejo que os presenté en este blog, la Krusty Krab, en este caso buscaba primar el movimiento por encima de la silueta. Por eso he elegido materiales de gran movilidad: el conejo y el marabou. Si a estos materiales les añadimos unos pocos brillos para atraer la atención del pez y el lastre apropiado que asegure la posición y el hundimiento adecuado de la imitación, obtenemos un señuelo muy sugerente para los peces.

Anzuelo: TMC 100 o similar #10
Hilo de montaje: marrón
Pinzas: tiras de piel de conejo
Cuerpo: marabou
Antenas: chironomid braid


Para empezar colocamos una cabeza negra, que supone la mayor contribución al hundimiento de la imitación, y un poco más atras, siempre por encima de la tija, un par de bolas de cadena. Con esto aseguraremos la posición "punta hacia arriba" del anzuelo, reduciendo así los enganchones en el fondo. Para dar mayor solidez al montaje recomiendo aplicar cianocrilato al atar las bolas de cadena.

 
A continuación atamos, al final de la tija, dos tiras cortas de piel de conejo, una a cada lado del anzuelo, que imitarán las pinzas del cangrejo. Conviene también aplicar una gota de cianocrilato en este punto para aumentar la durabilidad de la imitación.


Entre las dos tiras de conejo atamos un segmento de "chironomid braid" que imitará las antenas y dará brillos. Dejamos un sobrante de al menos la longitud de la tija que después abatiremos sobre el cuerpo reforzando así la zona que más rozará con el fondo.

 
El marabou lo monto en un "falso hackle" porque, dado el grueso raquis que tienen esas plumas, no me gusta cómo queda un hackle tradicional. Seguro que encontraréis muchas páginas en internet explicando el proceso, yo voy a intentarlo con uans pocas imágenes que espero sirvan de ayuda para comprender mis palabras. Lo primero que hay que hacer es introducir el raquis de la pluma en una ranura practicada en un bloque de foam para levantar las fibras. Cogemos estas fibras con una pinza y con su ayuda sacamos la pluma de la ranura. Después cortamos las fibras, liberándolas del raquis pero sin soltarlas de la pluma.  Con estas fibras formamos el falso hackle con la ayuda de un trenzador de dubbing (siento no incluir fotos de este punto, pero sólo tengo dos manos y es un paso que hay que realizar "de seguido"). A continuación montamos el falso hackle en palmer a lo largo de toda la tija del anzuelo.

 
Cardamos las fibras que puedan haber quedado pilladas por las vueltas sucesivas y abatimos la tira de "chironomid braid" sobre el cuerpo, separando las fibras a ambos lados. Esto, además de reforzar la imitación, ayuda a su correcta colocación en el fondo al incrementar su base.

Esta mosca, como todas las de sue estilo, está pensada para trabajarla a base de cortos tirones de la línea. Es una pasada ver cómo los peces la persiguen, perdiéndola de vista en cuanto cesa el tirón. Por eso, no hay que ponérselo demasiado difícil: cuando hayamos captado la atención del pez y éste se haya acercado a donde está la imitación, hay que animarla con tirones extremadamente cortos para justo levantarlas. Entonces seguro que no tardará en sucederse la picada. Aunque he de advertir (ya os lo comenté en la entrada anterior) que en ocasiones el pez se abalanza a por ella recién caída al agua, mientras se va hundiendo hacia el fondo.

Espero que alguno se anime a montarla y le sirva para engañar a unos cuantos peces. Ya me contaréis si es así.

Un saludo y ¡buena pesca!

lunes, 13 de mayo de 2013

¡Cuánto tiempo sin verle, Sir Arthur!

Ayer hizo un día espléndido, de esos que tan poco se ha prodigado esta primavera. Es de agradecer que salga un día así cuando has planificado una jornada. Y es que hacía tiempo que quería volver a la casa de Sir Arthur, deseando reecontrarme con esos barbos enormes que alberga en sus aguas.

Al llegar pude comprobar que infinidad de carpas, en general de pequeño tamaño, invadían las orillas con una actividad frenética. En un principio uno las va evitando, sobretodo cuando se tiene en mente un objetivo claro como era mi caso ayer, pero al final el instinto y las ganas de tocar escama se apoderan de uno y decide probar suerte. La verdad es que no se dio mal, y tras un par de ejemplares medianos decidí continuar la búsqueda.

Como me suele ocurrir en este escenario, los barbos se percataban de mi presencia antes de que yo los localizase. Es increíble lo afinados que tienen los sentidos y lo acertado de su camuflaje estos peces. Cuando por fin localizaba algún ejemplar sin haberlo alertado antes lo que ocurría era que hacía caso omiso a las diferentes imitiaciones que les iba presentando. Sólo me faltó probar con un billete a ver si había más suerte.

Así las cosas decidí probar la efectividad de una imitación de cangrejo que diseñé este pasado invierno. Y los resultados fueron verdaderamente prometedores: las capturas se sucedían sin solución de continuidad. Es una pasada cómo se lanzaban a por esta mosca. Ya os presentaré la imitación en una próxima entrada.



Estaba disfrutando de los resultados de esa imitación cuando veo acercarse a uno de esos "pepinos" que había venido a buscar. Se aproximaba hacia mí por una orilla rocosa de pendiente pronunciada, hozando aquí y allá, acompañado de una que poco le tenía que envidiar en cuanto a tamaño. La tomada fue increíble: se abalanzó a por la imitación de cangrejo nada más entrar ésta en el agua, mientras caía. Lo que también fue increíble es la rapidez con la que ganó profundidad al sentirse clavado, rozándose con la pared. No podía hacer nada por evitarlo, no tenía ángulo para alejar al pez de las rocas dado que éste estaba, literalmente, bajo mis pies. Y el desenlace no podía ser otro que el que más temía: terminal partido y un precioso ejemplar, otro Sir Arthur, nadando por ahí con una de mis moscas en la boca. Esperemos que el hecho de pescar con anzuelos sin muerte sirva de algo.

No tuve más suerte con el segundo torpedo que se me puso a tiro. Lo descubrí estando yo lejos de la orilla pero él pegado a ella y cerca de unos matojos. Si intentaba cambiar mi posición corría el riesgo de alertarlo de mi presencia, así que tenía que lanzar posando la mayor parte de línea y bajo en tierra firme confiando en mi puntería para evitar los matojos. Pero Murphy y su ley son infalibles y si el bajo podía caer en ellos, iba a hacerlo. Al mover la línea para prepararla para levantarla del suelo limpiamente animé la mosca y el Sir Arthur se abalanzó a por ella. El bajo, al estar enredado, impidió dar línea al pez en su huída y por ello se partió enseguida.

Cuando, abatido por el resultado parcial (Sir Arthur 3 - Jorge 0), me dirigía de vuelta al coche cuando otro barbo, esta vez de tamaño mucho más modesto, me dió la última oportunidad. En este caso no hubo matojos de por medio, ni paredes de afiladas piedras cerca y pude hacerme con el ejemplar. Un bonito barbo, el primero de mi cuenta personal en este embalse, cuyos tubérculos nupciales anuncian que ya se prepara para la freza.


El balance de la jornada, por las numerosas capturas, por el éxito de la imitación de cangrejo, por conseguir capturar por fin un barbo en estas aguas, es positivo. Eso sí, uno no puede olvidar el manchón que supone los dos barbos clavados que no llegué a tocar y que se fueron, desgraciadamente, con mis moscas clavadas en la boca. Espero que ya se hayan librado de ellas y poder volver a encontrármelos en futuras jornadas. Jornadas, por cierto, antes de las cuales no creo que pase mucho tiempo.

¡Saludos y buena pesca!

jueves, 9 de mayo de 2013

Año de nieves...

... año de bienes. Eso es lo que dice el dicho y parece que, como suele ser habitual, tiene mucha razón. Este año, gracias a la abundancia de nieves, vamos a tener asegurada el agua en los ríos durante meses. Y es que los glaciares y neveros son los mejores embalses con los que podemos contar.


El pasado fin de semana nos acercamos a Benasque con la familia "madrileña" para enseñarles este precioso rincón del Pirineo. Planeamos la escapada ya en agosto del año pasado, dado el puente del que iban a disfrutar los de la capital, así se les hacía menos pesado el viaje. La cuestión es que por aquel entonces, con la sequía reinante, nadie podía imaginar que ya metidos en mayo íbamos a tener semejante cantidad de nieve. Y es que el fin de semana anterior aún estaba nevando. Por eso la prudencia y el miedo a ser víctimas de un alud nos hicieron descartar la excursión que teníamos planeada y nos conformamos con un breve paseo hasta un ibón que en verano desaparece como consecuencia de la disminución de los aportes y un capricho kárstico.


Como podéis comprobar, el valle está preciosos a estas alturas de año. La majestuosidad de las montañas más altas de la cordillera es todavía mayor cuando están vestidas de blanco. La relajación de la que podemos gozar sentados en un paraje como éste, escuchando el grito de las marmotas, el toc-toc-toc del pájaro carpintero afanado en su labor o el trino de infinidad de otras especies de aves es incomparable. Pero la cabra siempre tira al monte, y me vi forzado a dejar a la compañía descansando y a acercarme a la orilla del ibón. El efecto llamada que tiene el ver cebadas aquí y allá a lo largo de toda la superficie es sin duda incontestable. Gracias a un acercamiento muy pausado, de esos que es complicado llevar a cabo cuando agarramos una caña en una mano y una mosca en la otra, pude llegar a tener media docena de truchas prácticamente al alcance de la mano. Una de ellas la podréis ver, si agudizáis la vista, en el centro de la siguiente foto.


A parte de los buenos momentos vividos, me quedo con la belleza del Pirineo en esta época del año y con la garantía de un "año de bienes" gracias a las nieves que aún visten las montañas.


Un saludo y ¡buena pesca!